El grupo de Investigación Taslacional en Enfermedades Neurológicas del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS) ha llevado a cabo un estudio según el cual es posible utilizar una proteína del sistema nervioso como biomarcador para diagnosticar la depresion mayor, un trastorno psiquiátrico complejo en el que intervienen múltiples factores psicosociales, genéticos, epigenéticos y biológicos.
El estudio, titulado 'Niveles plasmáticos de cadena ligera de neurofilamentos en el trastorno depresivo mayor: breve informe de investigación', ha sido publicado en la prestigiosa revista 'Frontiers in Psychiatry'.
El estudio del IDIS está liderado por los investigadores Carlos Fernández Pereira, Roberto Agís Balboa y José María Prieto, este último jefe del Servicio de Neurología del Hospital Clínico de Santiago de Compostela. El objetivo de la investigación es detectar pequeñas variaciones en los niveles de neurofilamento de cadena ligera (NfL), una proteína del sistema nervioso que puede ser indicativo de daño axonal y que se usaría como biomarcador para la detección precoz de procesos depresivos.
"Este hallazgo permitiría una estimación o cuantificación del potencial daño cerebral, la monitorización y respuesta al tratamiento, haciendo posible así una predicción del curso clínico en el trastorno depresivo mayor", señala Roberto Agís.
Actualmente, el diagnóstico de la depresión y de otras condiciones psiquiátricas se basa en una serie de escalas subjetivas que evalúan la sintomatología de los pacientes. "En cambio, esta investigación se apoya en los biomarcadores periféricos (moléculas, genes, proteínas) que pueden ser medibles de forma objetiva para reflejar un estado fisiológico alterado o patológico, en este caso, el biomarcador que escogimos es el neurofilamento ligero", explica el primer autor del trabajo, Carlos Fernández.
Esta investigación se une a la evaluación de otras proteínas que poseen potencial como biomarcadores en la depresión, como la hormona del factor de crecimiento de la insulina IGF-2. "En el mismo contexto, varios proyectos en marcha del grupo ITEN están usando la tecnología SIMOA para el estudio de las demencias y la esclerosis múltiple, esperamos resultados prometedores en un futuro no muy lejano", apuntan los investigadores.
Los niveles de NfL se han encontrado alterados en enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer, Párkinson o la esclerosis múltiple, tanto en líquido cefalorraquídeo como en sangre. No obstante, el estudio del NfL periférico en trastornos psiquiátricos todavía no es suficientemente conocido.
"En este caso, nos centramos en el estudio de pacientes con trastorno depresivo mayor, basándonos no solo en que supone un potencial factor de riesgo para otras enfermedades neurológicas, sino también por la relación existente con la función cognitiva", explican los investigadores.
"En el presente estudio, no hemos detectado una alteración estadísticamente significativa en los niveles de NfL en los pacientes con diagnóstico de depresión mayor, a pesar de una clara tendencia al alza con respecto al grupo control", apuntan desde el equipo investigador. En la literatura científica se han encontrado resultados dispares, siendo que algunos estudios muestran niveles elevados de NfL en depresión comparado con controles sanos, mientras que en otros no se vieron cambios. En ningún caso se han encontrado niveles reducidos.