El verano y las altas temperaturas pueden repercutir sobre nuestro vehículo, que pese a estar preparado para soportar grados de más, algunas de las piezas que lo forman son más sensibles al calor.
Entre los elementos afectados se encuentran el líquido refrigerante, que se debe revisar con frecuencia para evitar que el motor trabaje a temperaturas excesivas, así como el líquido de frenos y el aceite.
Es importante prestar atención también a los neumáticos, los cuales en la época estival sufren más reventones y pinchazos. Por tanto, conviene fijarse en la presión y en si presentan bultos o cortes.
Los expertos también recomiendan atender la batería del coche, ya que es muy sensible a los cambios bruscos de temperaturas; a los frenos, que con el calor funcionan peor; a los manguitos y tapicería, aunque esto va a depender del material con que esté fabricada.
Por último, señalan la tecnología y los sistemas electrónicos tales como pantallas. Se aconseja emplear parasoles para evitar que se quemen o pierdan luminosidad.