ENTREVISTA | Javier Urra en Salamanca: "Los padres le resuelven todo a sus hijos y cuando estos se hacen adultos quieren que el Estado continúe haciéndolo"

Hablamos con el famoso psicólogo sobre la inmadurez colectiva que impera en la sociedad actual con motivo de su conferencia en el Teatro Liceo

Javier Urra en Salamanca
Javier Urra en Salamanca

"Todo el mundo quiere ser joven. Es muy llamativo". Estas palabras corresponden a Javier Urra, uno de los psicólogos más influyentes de España, especialmente en relación con la salud mental de los niños y jóvenes. No por nada fue el primer Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid y ha sido llamado como experto en las Cortes Generales y representado al país en foros internacionales como Naciones Unidas. Su última contribución es 'Inmadurez colectiva', donde aborda el infantilismo que prevalece en la actualidad: "Vivimos en una sociedad de libros vergonzosos de autoayuda, en una sociedad donde solo impera la emoción, en una sociedad en la que algunas personas no quieren responsabilizarse de la educación de sus hijos ni ser jefes de nadie porque les cuesta mucho decir que no". 

Aprovechando su presencia en el Teatro Liceo, donde ha impartido este miércoles la conferencia 'No hay salud, sin salud mental', organizada por la asociación Salud Mental Salamanca, el psicólogo ha contestado a las preguntas de Salamanca24horas sobre el problema que da título a su nuevo libro, así como de los peligros a los que se enfrentan los menores en la actualidad y de cómo las redes sociales dificultan la tarea de protegerlos: "Hay que saber cómo prevenir y afrontar". 

Tu último libro es ‘Inmadurez colectiva’. ¿Por qué la sociedad actual está tan infantilizada?

Bueno, es más la sociedad occidental. Iba a poner en la portada un mundo con un chupete, pero alguien me dijo: "Oye, no. No es el mundo, es Occidente". Y es verdad. ¿Por qué está infantilizada? No es fácil de saber. Hay que plantear que, tras la guerra de Vietnam, los jóvenes -algunos mutilados- vuelven a Estados Unidos y el pueblo norteamericana dice "esto es terrible" y empieza a dar a los chicos una vida cómoda, fácil, sin austeridad, aceptación de la frustración ni capacidad para digerir las gratificaciones. Es muy posible.

En el año 2006 publiqué el libro 'El pequeño dictador. Cuando los padres son las víctimas'. Es decir, niños que se han acostumbrado a que el mundo gire a su alrededor y que se convierten en pequeños tiranos. Entonces, es una sociedad que está acostumbrada a que los padres le resuelvan todo a sus hijos y cuando estos se hacen adultos lo que quieren es que el Estado continúe haciéndolo. Segundo, hemos hecho una sociedad muy de consumidores. Yo no comparto en absoluto la idea de que el cliente siempre tiene la razón. Creo que hay mucha gente que deja de ser ciudadano y se convierte en cliente. Mal asunto. Tercero, la desresponsabilización individual. Es decir, ¿que pegamos a otro compañero en clase? Acoso escolar. "Ya, pero éramos cinco y yo era uno más". ¿Uno más? Tú eras uno. Te podías ir, denunciar, enfrentarte al grupo... Pasa eso de niño o en un caso de abuso sexual, de una agresión sexual en grupo y la responsabilidad se diluye. Es un problema. De ahí viene el título de inmadurez colectiva.  

La primera parte del libro es un diagnóstico, un pronóstico, mientras que la segunda parte es un afrontamiento. Es decir, qué hay que hacer para que esto se resuelva, porque un problema de esta sociedad es que la gente se queja. Es una sociedad muy victimista, muy quejicosa, a la que se le va todo el tiempo en decir los problemas, pero no cómo hay que resolverlos. 

Las cirugías y tratamientos estéticos han aumentado drásticamente. Incluso se reportan casos de adolescentes que se inyectan bótox. ¿Por qué hay tanto miedo a envejecer? 

Porque lo está en la sociedad actual y en Occidente. Hasta un señor de ochenta años dice que está hecho un chaval y no es verdad. Sin embargo, en la época de la Grecia clásica, el ser un hombre mayor te daba abolengo y sabiduría. Esta mañana he estado en el centro con los chavales míos y les he planteado que si el COVID hubiera golpeado en la Grecia clásica a quién se hubiera dejado morir, ¿a los ancianos o a los jóvenes? Es importante que los jóvenes afronten los dilemas, que entiendan lo que son las disonancias, porque la vida es elegir. Tú has decidido hacerme ahora esta entrevista y, por ello, estás dejando de hacer otra actividad. Por lo tanto, la vida es selección. Esto se tiene que saber, cómo se maneja el tiempo o el espacio, las circunstancias, el llevar la vida en los propios brazos. Me parece que eso es lo que hay que trabajar.

“Tenemos que transmitir que la vida no es Disney y, a partir de ahí, compartirla, agradecerla y disfrutarla”

 ¿Es difícil superar el síndrome de Peter Pan?

En algunos casos es irreversible. Es como ser vago. Es muy difícil que el que lo es se ponga a trabajar. Hay gente a la que le puedes plantear que sea reactiva. Que diga "oye, yo voy a asumir responsabilidades, a madurar en ese sentido", que no quiere decir perder al niño interior que todos llevamos dentro, que es muy bonito, pero sabiendo, ubicándome, siendo consciente, coherente con mi pensar, con mi sentir, con mi hacer. Habrá personas que lo consigan y otras que no. Estarán siempre al albur del viento que más sople. Otras, por contra, cuando no sopla el viento, reman, o ponen el barco al barlovento. Es decir, aprovechan el viento de frente para avanzar. Tenemos que transmitir que la vida no es Disney, que no es un parque temático, y, a partir de ahí, compartirla, agradecerla y disfrutarla. 

¿Cómo deben educar los padres a sus hijos para que en el día de mañana estén preparados para la vida adulta?

Primero, hacerles ver que no son lo más importante del mundo. Que tan importante como el 'yo' es el 'tú'. Segundo, que hay que cumplir con el deber. "Vamos a ir a dar un beso a la abuela". "Ya, pero es que no me reconoce". "Claro, porque tiene Alzheimer. En este tema no es si quieres, es si debemos y debemos, por lo que vamos a ir a darle un beso". Tercero, pues ayudas a recoger las cosas, pero por eso no te vamos a dar las gracias. Es tu parte de ciudadano. Eres el presente, no el futuro. Por ejemplo, vamos a ir a un hospital de niños para ver a niños muy enfermos. Algunos van a morir. Es decir, te enseño parte de la vida, que es muy sonriente en algunos aspectos, muy apasionante, y, en otras, muy dolorosa e injusta. Claro, y te llevo a pisar los barrios más periféricos y pobres de Salamanca para que conozcas todo eso.

A partir de ahí, enseñar que lo importante es el 'nosotros', no el 'yo'; a perdonar y a perdonarse, a utilizar correctamente el lenguaje; ponerle gotas de humor a todo; reforzar la memoria; poner pilares del esfuerzo, de la voluntad, para que en el día de mañana, si hay suerte, pueda desarrollar la vocación; plantear que el ser humano es espiritual aparte de físico, biológico, social, cultural... Transmitir lo que es el respeto a uno mismo y el respeto a los demás, respeto también intergeneracional; enseñarles que no hay atajos como el alcohol, las drogas o el juego, que llevan más al fracaso, a la desesperanza en muchos momentos y, a veces, al suicidio. El contacto con la naturaleza, sin duda; practicar deporte... Con estas ideas tenemos una buena vacuna para la vida. 

Javier Urra en Salamanca
Javier Urra en Salamanca

Muchos padres piensan que sobreproteger es ayudar y cuidar a sus hijos pese a que se ha demostrado que tiene consecuencias negativas. ¿Cuáles son las más preocupantes?

Yo creo que a los hijos hay que protegerles de lo que es lesivo: las drogas, las sectas, las bandas, las páginas proanorexia, el grooming, el sexting... Los padres tienen ese compromiso y el de dar amor y seguridad. Ahora bien, la sobreprotección lo que hace es incapacitar, hace que el joven no tenga libertad. Escribí un libro que va sobre eso y se titula 'Déjale crecer o tu hijo en vez de un árbol fuerte será un bonsai'. En realidad, en la vida hay que dejar crecer, educar para la autonomía, la libertad y la responsabilidad. La pregunta es por qué hay padres que sobreprotegen tanto y posiblemente hay miedo. Miedo a que le pase algo a sus hijos, por ejemplo. Hay que afrontarlos. La vida exige mucho coraje y demanda ayudar y ser ayudado por otros, pero también, a veces, aguantar solo el malestar. Eso hay que transmitirlo desde muy corta edad.

El 70% de los trastornos mentales en adultos tienen su origen en la infancia o adolescencia. ¿Qué comportamientos deberían de alertar a los padres?

La soledad de un hijo, la tristeza, los comportamientos muy obsesivo-compulsivos, las autolesiones en los pies o en los antebrazos, los cambios de humor que no sabemos muy bien si vienen de la mano de un trastorno bipolar o es que está teniendo algún tipo de consumo. Tenemos que conocer a los amigos de nuestros hijos y a sus padres, estar muy en contacto con el profesorado, porque un hijo, como pasa con un adulto, muchas veces se comporta de una manera en el hogar y de otra en el colegio o en su tiempo de ocio.

Me preocupa ese 15% de jóvenes que están en depresión. A veces parece que son oposicionistas, otras que son negacionistas..., pero es que la depresión es una patología que en la adolescencia florece de una manera sorpresiva. Hay unos cambios que nos pueden perturbar y hay que estar muy atentos para, en esos casos, desde las psicoterapia y, ocasionalmente, desde los psicofármacos, poder superar situaciones que, de lo contrario, se cronifican y se hacen de riesgo.

“Una sociedad inmadura como la nuestra pide perdón por lo que hizo Colón en Iberoamérica. Me parece un error absoluto”

Como antiguo Defensor del Menor, ¿de qué se debe proteger a los niños y jóvenes en la actualidad?

Primero, de que se les robe la infancia. Se está cortando mucho el tiempo de la infancia. Segundo, del alcohol y las drogas, que son un problema grave en España. Hay una cierta permisividad. No se puede consumir alcohol hasta los 18 años, pero la realidad es otra, y creo que hay que educar mucho y educarnos cómo manejarlos en las redes sociales. También se debe proteger a los menores del tema de la depresión, la tristeza y la desesperanza; no trasladar que los jóvenes son el futuro, sino el presente; o plantear en un país como España qué nos está pasando para que no tengamos niños. Somos el país del mundo junto con Italia con menos natalidad, siendo, junto con Japón, el país con más longevidad. La realidad es la que es y no podemos subsistir, pero es todo un síntoma de una sociedad envejecida, triste, desesperanzada... En muchas zonas de España hay muchas más mascotas que niños. Por tanto, también hay que buscar que los jóvenes tengan acceso a una vivienda, a un trabajo digno que les permita independizarse, formar una pareja, quién sabe si una familia... Creo que los políticos se preocupan por la tercera edad y los jubilados y se olvidan en gran medida de los jóvenes, y a mí eso me parece que debe equilibrarse. Quizá crease una figura, que sería el defensor del futuro. Es decir, una sociedad inmadura como la nuestra pide perdón por lo que hizo Colón en Iberoamérica. Me parece un error absoluto. ¿Quién soy yo para juzgar cómo y por qué se hizo? Además, dejamos hipotecado el futuro de nuestros hijos y nuestros nietos porque gastamos unas cantidades económicas que no nos las podemos permitir, pero ya otras generaciones lo pagarán. Eso es una falta de madurez y de responsabilidad absoluta.

Imagino que las redes sociales dificultan la tarea, y más si son los propios padres los que exponen a sus hijos en las redes sociales. 

Esa es una característica de algunos padres inmaduros, que ponen en Facebook a sus hijos para coger un 'me gusta' e incluso por intereses económicos. Si esto es así, lo que hay que hacer es perseguir a los padres. Tienen una responsabilidad tuitiva. Igual que tienen que pagar por vía civil los hechos que generen sus hijos, pues en estos casos hay que proteger a los hijos de los propios padres. La red es como un vehículo a motor o un cuchillo. Depende del uso que le des, es muy eficaz o muy peligroso, pero lo que tenemos que hacer -y creo que se está empezando a hacer- es legislar, poner límites y llamar la atención con TikTok, que es peligrosísimo con esos sistemas que tienen que se llaman madriguera de conejo, donde tú entras y, a partir de ahí, el niño con ocho unonce años va entrando en retos virales muy peligrosos. Por tanto, tenemos que conocer cuáles son las tecnologías y las herramientas. Tenemos que preguntarnos muchas cosas. 

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