Las administraciones públicas reparten material deprotección contra el coronavirus a quienes luchan en primera línea y, desdeesta semana, a trabajadores de otros ámbitos. Sin embargo, en esa entrega existeun gremio olvidado: el de las empresas de ayuda a domicilio.
Su misión es atender a personas mayores y dependientes ensus viviendas, encargándose de tareas como el aseo, el vestuario, la comida, lacompra, la limpieza del hogar o el acompañamiento. Eso significa horas deestrecha relación con el cliente, lo que, por las condiciones de unos y otros,los convierten en grupos de riesgo para contagiarse de Covid-19.
“Nadie nos ha traído nada. Lo que tenemos lo he comprado yo,pero hay escasez de mascarillas y guantes, elementos esenciales para nosotros”,cuenta Mayra Añazgo, responsable de la compañía A+D, a SALAMANCA24HORAS.
Su empresa cuenta con 20 profesionales, por lo que precisade bastante material de protección: “El mero hecho de cambiar de ropa a unmayor, quitarle el pañal, ducharle o curarle una herida ya nos expone a superarla distancia de seguridad y a tener que tirar los guantes usados, por lo quenecesitamos muchos y no los encontramos. Por eso, los propios trabajadores estánbuscando por su cuenta. Por más lugares que visitamos, ninguno tiene nada. Lasadministraciones públicas tampoco se han dirigido a nosotros para tenernos encuenta”.
“Varios de nuestros clientes carecen de familiares que lespuedan atender y más en este estado de alarma. No los podemos dejar tirados,pero desconozco qué podemos hacer para obtener el material necesario”, explicaAñazgo.
A esta opinión se suma Freddy Carballo, propietario deEmpresa de Servicios Domésticos Salamanca: “Ninguna institución pública nos hatenido en cuenta. Pagamos impuestos como otras compañías que prestan serviciosde esta índole y estamos cumpliendo con las medidas de protección. Yo, porejemplo, llevo a los usuarios de mi empresa de uno en uno a sus hogares enfurgoneta para evitar formar un grupo y exponerlos a un contagio”
Carballo detalla a este medio de comunicación que el lunesacudía a las estaciones de autobuses y de trenes para conseguir mascarillas, yaque se había anunciado el reparto de las mimas en instalaciones públicas. “Nohabía nadie dándolas en estas zonas. En ciudades como Madrid y Barcelona está funcionandomejor”, revela.
“No queremos que nos regalen el material de protección quenecesitamos para trabajar correctamente, pero sí demandamos tener acceso a esematerial, pues tanto las personas mayores como nosotros estamos muy expuestos acontagiarnos. Tenemos que contar con protección ya”, concluye.
Esta situación es extensible a otras provincias de Castillay León. “Cuando vimos lo que estaba pasando cerca de España, nos hicimos conmaterial por precaución, pero solamente nos queda para un mes y es imposibleadquirir todo el que precisamos”, relata a SALAMANCA24HORAS Tamara Manzanero,responsable de Bellavida, ubicada en Arenas de San Pedro (Ávila).
Según esta diplomada en Trabajo Social por la Universidad deSalamanca y con máster en Orientación Familiar por la Universidad Pontificia deSalamanca, el problema reside en que el acceso al material está limitado: “Esimposible comprar más y los precios han subido una barbaridad. Una caja de cienguantes que antes de esta situación valía 4,30 euros, ahora cuesta entre 12 y15. La ley de la oferta y la demanda no tendría que funcionar con el materialsanitario, que es imprescindible actualmente”.
Manzanero, con ocho empleadas a su cargo, describe lasituación como “desesperante”, por lo que ha solicitado colaboración a lasinstituciones públicas. “He pedido ayuda a consistorios de la zona, a laSubdelegación del Gobierno y a la Junta de Castilla y León. Les he manifestadoque, al igual que se entrega material a residencias y desde esta semana a ciudadanosen la calle, se debería dar una parte a todo el que trabaja con personasmayores. No me han ofrecido una respuesta, lo cual genera impotencia y hacesentir desprotegido a mi sector”, añade.
Ante la dificultad para conseguir material por medio de laadministración pública o del mercado, la solidaridad se impone como la fórmulaque, involuntariamente, alivia el problema al colectivo que presta ayuda adomicilio: “Una empresa de Ávila nos ha donado pantallas y el Ayuntamiento deArenas de San Pedro nos ha facilitado 30 mascarillas de las 750 que le hanllegado, lo cual es de agradecer, pero si agotamos las existencias, tendremosque dejar de trabajar al tratar con un grupo vulnerable al que no podemos poneren riesgo. Estamos al límite”.