El Papa Francisco anunció que este 2025 sería el año de la Esperanza: "Debemos mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha sido dada”. Fiel a esas palabras, la procesión de la Hermandad Dominicana no podía quedarse otro año más dentro de San Esteban y no cumplir metafóricamente con esas palabras.
Una plaza de Concilio de Trento, que aloja uno de los monumentos más espectaculares y quizás menos valorados de Salamanca, completamente a oscuras, se iluminó primero por el silencio y el respeto de quienes minutos antes combatían el frío y el sueño con palabras y, después, con la llamada a la puerta y la luz de los cuatro pasos procesionales, que a cada salida del Convento de San Esteban sumaban momentos más emotivos.
Un acto procesional encabezado por un imponente paso de Nuestro Padre Jesús de la Pasión; el primero en atravesar las puertas del Convento. Su característica belleza, sumada a la oscuridad y el silencio, roto por aplausos de la mano de las primeras notas entonadas por la marcha, volvieron a dejar una de las escenas a recordar de la Semana Santa salmantina.
Se notó el incremento de hermanos en una Dominicana que goza de buena salud y de muchas novedades que pudieron estrenar en este Viernes Santo. Los estrenos de este año, pero también los del pasado, privados de ellos por la lluvia. Nuevas maniguetas para la Esperanza y la virgen de la Vega en su calle de Gloria, la talla de Jesús de la Pasión y sus nuevos cuatro faroles de plata de orfebrería, que guiaron al resto de imágenes por las frías calles de la ciudad.
El Cristo de la Buena Muerte, acompañado por Bomberos de Salamanca, recogía su testigo para cruzar el umbral de San Esteban mientras todavía se escuchaba en la lejanía resonar la banda que acompañaba a Jesús de la Pasión, hacía lo propio la suya. Sin embargo, de nuevo silencio para traspasar con tiento, pero seguro, el arco del convento y una posterior levantada que volvió a reconocerse con aplausos.
El himno de España resonó a la salida de Nuestra Señora de los Dolores, conocida popularmente como La Piedad, con idéntico proceder de silencio, acordes musicales y aplausos de los cientos de fieles que, cabe recordar, hicieron cola para venerar a las imágenes de la Dominicana desde mucho antes de que los primeros hermanos iniciaran la marcha procesional.
De repente las luces interiores del Convento de San Esteban también se apagaron. Era el turno de la salida de la Virgen de la Esperanza, que protagonizó uno de los momentos más emotivos de esta Domimicana. Con nueva parihuela, también, para mejorar la carga a costal de los hermanos, cruzó la puerta del convento en silencio, mientras su piedra dorada, iluminada por la luz tenue de los cirios, pareció abrazar su imagen.
Una vez cruzado el umbral, las notas del himno de España volvieron a resonar, mezcladas con los aplausos de los presentes, con la virgen alzada por los hermanos. Con paso sereno, inició de esta forma su recorrido por las calles de Salamanca, donde no pudo faltar, una vez que el paso llegó a Rúa Mayor, su visita a las Siervas de María, que una oración por la tradicional petalada sobre el imponente manto verde.
Ese verde, símbolo de vida y consuelo, que se convierte en un refugio silencioso para tantas miradas que buscan en ella aliento y fe. Y bajo la luz dorada del amanecer la ciudad se detiene, envuelta en la promesa serena que lleva consigo la Madre de la Esperanza, en este 2025, que es su año.
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