Hace apenas unos días se conoció la noticia: un joven salmantino había sido premiado por su tesis sobre materiales bidimensionales (la base de la electrónica del futuro) por el Jožef Stefan Institute de Ljubljana. Se trataba de Víctor Vega-Mayoral, que fue reconocido con el emblema de oro de esta institución eslovena por su tesis, la mejor en el campo de las ciencias.
Este joven de 32 años ha vivido una experiencia en varios países del extranjero, siempre para poder trabajar en su sector. Después de estudiar Física en Salamanca y el Máster en Física y Tecnología de los Láseres, también en la Universidad de Salamanca, trató de cursar el doctorado en la USAL o en otra universidad española. Sin embargo, en plena crisis económica, la investigación científica vio fuertemente disminuida la inversión pública y apenas salían plazas.
Y dado que Víctor quería trabajar en investigación, contactó con diferentes grupos en el extranjero, hasta que finalmente optó por irse a Eslovenia, según explica, “porque el doctorado era parte de un proyecto europeo en nanotecnología que tenía mejores condiciones”. Así, tras defender la tesis, en 2016 él y su novia se mudaron a Irlanda para trabajar en el Trinity College Dublin, del que destaca la calidad del grupo de investigación y las instalaciones.
Su migración, explica, fue más cómoda que para muchas otras personas, ya que tenía apalabrado el puesto al que se iba a incorporar, al contrario que mucha gente que emigra a Dublín sin trabajo ni piso y se encuentra con una situación más difícil. “Sin contrato de trabajo no te hacen alquiler, sin dirección no te puedes inscribir en el sistema y tener tu PPS, sin PPS no te pueden contratar… Hay gente que está viviendo en hostels varios meses hasta que se estabilizan. Es un círculo vicioso y es peor aún para la gente que no es de la Unión Europea ellos tienen que pagar más de 300€ al año solo por la VISA”, detalla.
Sobre su incorporación allí, el salmantino recuerda que lo más complicado fue encontrar piso, ya que Dublín es una ciudad cara con muy poca oferta: “Llegamos a hacer colas de más de 40 personas solo para ver un piso. Según iba entrando la gente, el casero subía el precio. El piso estaba anunciado por 700 euros y cuando entramos nosotros a verlo pedía 900. Le dijimos que sí, pero se lo acabó llevando otra persona, no quiero ni pensar lo que acabó pagando”.
Finalmente, pudo encontrar un piso a una media hora a pie de su trabajo, aunque hace un año se pudo mudar, ya que un amigo volvió a España y se quedó su piso. Actualmente, vive solo a cinco minutos de su trabajo. Precisamente, del Trinity College Dublin destaca que él mismo administra su tiempo, dado que se buscan resultados, algo que en las semanas que las cosas salen bien le permite salir antes y, como todo, cuando los experimentos salen mal acaba alargando la jornada.
Sobre Dublín, Víctor Vega habla de los pubs: “Siempre están llenos y hay muy buen ambiente. Aquí hay muchísimos españoles, si quieres puedes sobrevivir sin hablar inglés”. Además, explica que Irlanda es una isla pequeña que se puede recorrer de este a oeste en dos horas y media en coche. Esta facilidad le ha permitido visitar los acantilados de Moher, el anillo de Kerry, Belfast, la calzada de los gigantes o Derry. “Irlanda es un país que merece la pena visitar y disfrutar”, afirma. También habla de la belleza de Dublín, que tiene algunos sitios curiosos en sus alrededores, como las montañas de Wicklow o a la playa.
Y a pesar de que le gusta el país, explica que echa de menos las estaciones, ya que en Irlanda “hay poca diferencia entre el invierno y el verano, hace que un año entero se vuelva más aburrido”. No es lo único que echa de menos de España: “Me encantaría volver a España. Vivir en el extranjero está bien, pero se echa de menos la familia, la comida, el sol... “. Aunque no sabe dónde acabará, volver a Salamanca podría ser posible: “En la USAL hay un grupo de nanotecnología que están haciendo cosas bastante interesantes, siempre es una opción”, concluye Víctor.