Tal y como publica El Confidencial en su página web, el pasado 23 de enero, China tomó una decisión tan drástica como inédita: por primera vez en la historia, decidió poner en cuarentena una ciudad de 11 millones de habitantes. Y, en los días siguientes, a Wuhan se le fueron sumando otras localidades de la provincia de Hubei, epicentro de la epidemia del coronavirus. Finalmente, más de 60 millones de personas fueron recluidas en sus casas, y la mayoría aún solo puede salir con una razón justificada. Son ya seis semanas en las que muchos han tenido que combatir sentimientos encontrados: desde el aburrimiento hasta el estrés.
A juzgar por algunos carteles aparecidos en localidades en cuarentena, las autoridades creen que estas pueden ser las condiciones ideales para fomentar un ‘baby boom’: ‘Tener un segundo hijo también ayuda al país’, reza uno de los que más atención han recibido en las redes sociales chinas. Ante el paulatino envejecimiento de la población, el gigante asiático relajó hace un lustro la política de natalidad y, desde entonces, permite que todas las parejas tengan dos descendientes.
Pero la medida ha llegado tarde, porque las nuevas generaciones no parecen interesadas en traer vidas al mundo y China marcó el año pasado un preocupante mínimo en el número de nacimientos: 14,65 millones, 580.000 menos que en 2018.
Por otro lado, Como suele suceder por todo el mundo tras el periodo vacacional, muchas parejas han descubierto que no se aguantan y las oficinas del registro civil que han vuelto a abrir sus puertas se han visto desbordadas por las solicitudes de divorcio. Según informó el diario 'Global Times', en la capital de la provincia central de Shaanxi, Xi’an, la avalancha de peticiones ha sido tal que, después de haber alcanzado el tope diario el día 4, en algunos distritos ya no dan cita hasta finales de mes. “Debido a la epidemia, muchas parejas se han visto encerradas durante más de un mes y eso ha facilitado la aparición de conflictos”, explicó un funcionario apellidado Wang.
A la situación extraordinaria que supone la cuarentena hay que sumar en algunas ocasiones el hecho de que se decretó en plena celebración del Año Nuevo Lunar. Eso hizo que algunos quedasen encerrados con familiares que no son bienvenidos.
Es el caso de Yan Li, nombre ficticio de una joven de la provincia de Hubei. “Había acordado con mi marido que pasaríamos el menor tiempo posible con sus padres, pero no pudieron marcharse y acabamos encerrados todos juntos. Aguanté hasta que su madre tiró a la basura el hámster que compré hace un año. Lo justificó diciendo que no era bueno para la salud, que tiene muchas bacterias, y mi marido no hizo nada al respecto. Esa misma noche le pedí el divorcio delante de todos”, contó Yan a la edición china de la revista 'Elle Men'.
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