Uno de los problemas esenciales con el alcohol entre los menores que se trata de evitar es la edad de inicio de consumo del mismo. De hecho, según datos del Ministerio de Sanidad, este se sitúa alrededor de los trece años y está presente en el tiempo libre y las relaciones sociales de los jóvenes.
Así, según los propios datos aportados por el Ministerio, tres de cada cuatro jóvenes entre los 14 y los 18 años de edad ha consumida alcohol alguna vez en su vida, mientras que seis de cada diez adolescentes se han emborrachado alguna vez y uno de cada tres, además, lo ha hecho en los últimos 30 días.
El problema de ello radica en la propia concepción que los jóvenes tienen del alcohol, ya que opinan que consumir una media de cinco copas durante los fines de semana no provocará problemas de salud, algo que no es cierto, ya que produce graves efectos sobre la salud física, psíquica y social al no haberse completado todavía el desarrollo y aumenta, asimismo, la probabilidad de ser dependiente en edad adulta.
Así, entre los síntomas de beber alcohol en edades tan tempranas se encuentra la dificultad de manejar las sensaciones y efectos que produce el consumo de alcohol. Disminuye la atención, capacidad y el tiempo de reacción y dificulta la toma de decisiones.
De hecho, estudios científicos han demostrado la asociación del consumo de alcohol y el daño cerebral en los adolescentes, que pueden llegar a reproducir actitudes violentas, agresiones, alteraciones de las relaciones familiares y amigos, entre otros factores.
Además, el acto de emborracharse se da más en las chicas, aunque es el género masculino el que bebe alcohol en mayor cantidad.
Atracones de alcohol
La costumbre, en los últimos tiempos, es el llamado 'binge drinking', un consumo intenso de alcohol en un escaso lapso de tiempo. Cuatro de cada seis estudiantes de 14 a 18 años reconoce haber consumido cinco o más consumiciones en un intervalo aproximado de dos horas en los últimos 30 días, siendo esta situación más frecuente entre chicos que entre chicas.
La motivación suele estar en la busqueda de los efectos psicoactivos del alcohol que, en definitiva, sirve para mejorar las relaciones con los demás y como evasión, así como para integrarse en un grupo.
Aunque el consumo mantiene una tendencia estable en los últimos años, los consumos de tipo intensivo (borracheras o intoxicaciones etílicas y “binge drinking” o consumo en atracón) han aumentado en España. Casi dos de cada cinco adolescentes declara haberse emborrachado alguna vez en los últimos 30 días, destacando que las prevalencias de borracheras son ligeramente mayores en chicas que en chicos.
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