La fotografía es un arte con mucha historia. Hay que remontarse siglos atrás, cuando todavía las imágenes se obtenían con betún de Judea extendido sobre una placa de plata. Mucho ha tenido que llover desde entonces hasta conseguir la nítida imagen que tenemos hoy día, donde la calidad es prácticamente inmejorable.
La técnica para obtener imágenes ha ido evolucionando, dejando a su paso grandes maestros de la fotografía como Nicéphore Niépce y Daguerre, padre del tan sonado ‘daguerrotipo’, una técnica que consistía en una placa de plata recubierta de capa fina de ioduro de plata, expuesta en una cámara oscura y sometida a la acción de vapores de mercurio que provocaban la aparición de la imagen latente invisible que se formaba gracias a la aparición de la luz.
Así fueron sucediendo las técnicas y los fotógrafos hasta dar lugar a la imagen en color. En el recuerdo perduran siempre grandes maestros como Robert Capa, Dorothea Lange, Helmut Newton o Pierre et Gilles entre otros muchos.
Lo cierto es que la fotografía es un arte que plasma el recorrido de nuestra vida. Su importancia la ha hecho tener un Día Mundial que es el 19 de agosto, motivo que ha llevado a este medio, SALAMANCA24HORAS, a contactar con un fotógrafo de nuestra ciudad para recalcar y reconocer esta profesión. Se llama Álvaro Rodríguez, es un joven salmantino, natural de Ciudad Rodrigo, apasionado desde muy pequeño de la fotografía. Un hobbie del que ha hecho una forma de vida, donde destaca su peculiar estilo para contar historias a través de imágenes que desprenden una fuerte carga expresiva donde la mujer posa desnuda en plena naturaleza sin ataduras por toda la geografía española.
Álvaro nos confiesa que lleva vinculado a la comunicación audiovisual más de ocho años: “empecé como hobbie, salía mucho a la montaña con mis amigos y con la bici y me gustaba coger la cámara y grabar videos, contar lo que hacíamos en aquel momento. Fue así cuando comencé con el gusanillo de la fotografía y del vídeo, ampliando el abanico poco a poco hasta el día de hoy”. En los tiempos por los que atravesamos poder hacer lo que te gusta es todo un privilegio. Esta es la suerte de este joven fotógrafo que matiza que, aunque se dedica profesionalmente a la fotografía “este es un trabajo parcial que ahora mismo no me da para vivir al 100%”.
Pese a ello Álvaro confiesa que la vida a través de un objetivo se ve diferente, “es como una ventana por la que asomarse y expresar lo que sientes, y lo que llevas dentro”.
Justamente expresar lo que uno siente y plasmarlo no es tarea fácil, por ello Álvaro manifiesta tajante que “fotos podemos hacer todos pero el hacer las fotografías con intención y buscando algo en concreto, eso es lo más complicado. Para hacer una fotografía buscada, intencionada y con la que trasmitir algo se requiere de mucha práctica y mucho trabajo detrás, de haber pensado, de haber visto muchísimo y con eso lograr trasmitir al espectador lo que tú buscas que no siempre es fácil. Al final es querer saber lo que quieres contar, y para ello se necesita una experiencia y un bagaje que te permita expresar dónde quieres llegar”.
Contar historias es lo que hace este fotógrafo mirobrigense que plasma la vida de una forma muy peculiar a través de sus imágenes, donde la figura femenina es la protagonista de sus creaciones artísticas: “el 95% de la fotografía que he hecho hasta ahora son del ámbito femenino, es algo que desde que empecé me gustó bastante y donde me siento cómodo. También he fotografiado a hombres y lo sigo haciendo, pero siempre me he orientado más hacia la figura femenina”, confiesa Álvaro.
Captar a la mujer en plan naturaleza tiene un por qué. En este sentido este artista confiesa que “me gusta trasmitir volviendo a los orígenes, a como éramos antes, a intentar romper todo lo material que tenemos hoy en día, y sobre todo las apariencias. Mi estilo de fotografía rompe todo eso, porque realmente estás libre y estás a merced de la naturaleza donde volvemos a lo rudimentario, a lo básico y creo que es una manera de olvidarse de todo lo que nos rodea y simplemente estar como vinimos al mundo y como hemos sido siempre, sin olvidarnos de nuestros orígenes”.
Álvaro continúa diciendo que “cada fotografía te puede aportar diferentes cosas, desde fragilidad hasta resaltar la belleza natural con la del cuerpo, o la integración del cuerpo humano con los elementos naturales, digamos que cada fotografía trasmite una cosa y otra diferente dependiendo del ambiente que haya. No es lo mismo una foto donde salga una cascada super impactante a una donde salga una lúgubre, donde se ve todo muy oscuro. Cada foto dependiendo del ambiente te puede trasmitir una u otra cosa”.
La transmisión, que es concebida de una forma muy diferente dependiendo de cada espectador, es lo que hace que este fotógrafo repela los concursos: “no soy muy fan de los concursos porque son muy subjetivos, no me gusta que el premio lo tenga que dar un jurado. Me gusta que cada espectador sea el que valore mi obra”. Unas obras que las podemos encontrar en las redes sociales, concretamente en Instagram que es el mayor escaparte donde este artista exhibe sus obras, aunque “he hecho exposiciones hace un par de años en Ciudad Rodrigo y en Barcelona. Este año seguramente se retome la exposición en varias ciudades, pero el asunto todavía está un poco tierno. Octubre será seguramente el mes donde pueda volver a exponer en Madrid y en alguna ciudad que ya tengo organizada”.
Las redes sociales hoy día aportan una gran visibilidad, sobre todo entre el público joven. Además, son de gran ayuda para muchos artistas que quieren asomar la cabeza y darse a conocer, pero también ponen ciertas trabas: “por parte de las redes sociales he encontrado censura por el tema del desnudo que no está bien visto. Las redes sociales tienen políticas de privacidad que no permiten ni enseñar genitales ni pezones femeninos”.
En esta línea preguntamos a Álvaro cómo concibe el público sus obras y si ha tenido alguna confrontación con el feminismo que tanta fuerza tiene actualmente en nuestra sociedad. En este sentido admite que “con el feminismo no he tenido problemas. No creo que mi fotografía sea un problema hacia el feminismo, sino al revés puede ser un apoyo porque mucha gente se ha sentido identificada con mi fotografía. Que mi fotografía le haya servido a gente para verse bien, para liberarse es algo que me enorgullece. En este sentido hasta ahora no ha sido nunca un problema y no creo que lo sea. Creo que a veces mis imágenes refuerzan ese mensaje feminista”.
La desnudez de la mujer es lo que inspira artísticamente a este fotógrafo que reconoce que no tiene en sí un referente de la cámara: “uno cuando empieza no sabe muy bien cuál es su estilo, de hecho, hoy todavía lo dudo, no es algo que elijas, es como el amor no lo puedes elegir, un día llega, te toca la fibra y te quedas enganchado, pero siempre hay gente a la que admiras”.
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