Una de las vecinas damnificadas por la explosión, la del piso contiguo a donde se produjo, acaba de encontrar otra vivienda de alquiler recientemente. No es algo nuevo para ella y su familia ya que los cuatro que la componen ya estaban así en su anterior piso, ahora inhabitable. Sin embargo, su vida en el último mes ha sido realmente complicada con idas y venidas y, sobre todo, mucha incertidumbre.
Esta es la otra cara, o la misma, de la desgracia que asoló al edificio de la calle Príncipe de Salamanca. En lo que respecta a esta familia, ya la explosión le afectó más que a otros vecinos. Su condición de piso colindante provocó que los escombros aplastaran parte de su vida. Por suerte no lo hizo con la fuerza suficiente con las personas que se encontraban dentro.
A pesar de ello, su marido y su hija sí quedaron encerrados entre un amasijo de cemento. Él puso salir por su propia fuerza. Ella necesitó ayuda que, además, llegó de fuera. Un anónimo no dudó al escuchar la explosión y se lanzó en busca de las escaleras. Sabía que algo podía hacer y, entre otras cosas, sacó a la niña atrapada. Mientras, su hermano lloraba y la madre todavía se encontraba en estado de shock después de estar durmiendo la siesta en el sillón de su salón. “No sabía qué pasaba, si era un terremoto”, dice.
Tuvieron que ser tratados por los servicios sanitarios, que acudieron raudos al igual que el resto de agentes y bomberos. Pero, sin embargo, esa noche ya fueron unos de los que, sin tener a dónde ir, durmieron esa noche en el albergue municipal ‘Lazarillo de Tormes’, sito en Chamberí. Esta situación se vivió una noche más, como ya anunciara el propio Ayuntamiento de Salamanca en su día.
Después de ello, casi el vacío. Su condición de familia en alquiler apenas le aportaba beneficios en términos de seguro. El Consistorio le aconsejó alojarse en un hostal cercano y eso hicieron sin más preguntas, como comenta ella. Estuvieron unos diez días con el propio seguro del edificio pero no consiguieron encontrar durante ese tiempo un nuevo piso de alquiler. La época del año, Navidad, tampoco ayudaba.
Por fin lo hicieron otros diez días después gracias a la ayuda de unos amigos. Pero la sorpresa todavía estaba por venir. El hostal le pasó una factura por importe superior a los mil euros que está siendo un quebradero de cabeza. “A mí nadie me dijo cuánto valía y yo no sabía que iba a tener que abonarlo. Si lo sé me voy a otro sitio más barato que somos una familia humilde”, nos comentó en la plaza del Barrio Vidal.
Sobre el futuro, todavía todo es una incertidumbre. El edificio sigue en pie y con él una gran parte de esa vida que se quedó bajo los escombros. Poco o nada es lo que los Bomberos han conseguido recuperar de su casa. En otros casos, quizás la ropa o algo de documentación. Así, mientras todo sigue su curso, ellos lo hacen con su pelea. Este mismo miércoles tuvieron una reunión en el Ayuntamiento por el pago de esos más de mil euros. “Es indignante”.
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