Agencia SINC | Una investigación de la Universidad de Murcia (UMU) analiza el proceso de activación de la reacción alérgica, que se produce cuando los mastocitos –también conocidos como células cebadas– detectan un alérgeno.
Al entrar en contacto con dicho alérgeno, estas células liberan una serie de sustancias proinflamatorias al espacio que las rodea, lo que pone en marcha la respuesta alérgica. Esto provoca estornudos, tos, hinchazón o urticaria y, en algunos casos, desencadena una reacción grave –denominada anafilaxia– que pone en riesgo la vida.
El estudio revela varios pasos de la cadena de mensajes que ocurren en este proceso. “El alérgeno se une al exterior de la membrana de la célula, lo que produce una cadena de comunicaciones moleculares para indicarle que debe liberar sustancias proinflamatorias”, explica David López, coautor de la publicación.
Según los investigadores, el reconocimiento de un alérgeno produce un incremento de ácido fosfatídico –un lípido que se encuentra en la membrana celular−, detectado por una proteína (PKCε) que activará la descarga de productos inflamatorios.
“Esta proteína se mueve hacia la membrana y allí modifica a otro péptido, llamado SNAP23, involucrado directamente en la liberación de sustancias inflamatorias en este tipo de células”, señala López.
Futuras implicaciones
El descubrimiento de este mecanismo facilitará el diseño de fármacos antialérgicos. “Su conocimiento es clave para avanzar en nuevas terapias”, concluye Emilio M. Serrano, otro de los coautores de la investigación.
López subraya que la señalización celular a través de lípidos “es un proceso muy poco conocido, que sirve para proporcionar órdenes de funcionamiento al resto de componentes celulares”. Para los autores, avanzar en este tipo de conocimiento permite encontrar nuevas vías de acción terapéutica.
“El diseño de fármacos que inactiven este mecanismo podría ser una estrategia para frenar rápidamente respuestas alérgicas desmesuradas. Nuestros hallazgos facilitarán el avance en esta dirección con mayor velocidad, puesto que ahora tenemos información molecular más precisa”, declara Senena Corbalán, autora e investigadora de la UMU.
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