El coronavirus ha dejado, en el primer trimestre del año, lacifra más baja de contratación a personas con discapacidad de los últimos 5ejercicios, Concretamente, entre enero, febrero y marzo de 2020, las personascon discapacidad han suscrito 1.309 contratos en Castilla y León, la cifra másbaja desde 2015 y un 12,5% inferior a la del mismo periodo de 2019, cuando suscribieron1.496 contratos.
En comparación con el mes anterior, la contratación hadescendido de forma importante un 21%, con 377 contratos en marzo, frente a los476 de febrero, un dato inusual en un mes que suele ser propicio para el empleopor la contratación ligada a la Semana Santa.
Si bien es cierto que el pasado año ya se produjo unacontracción en el volumen de contratos, del 11%, pudo deberse a unacircunstancia coyuntural que, sin embargo, se ha convertido en una tendenciacon la pandemia, dejando 2 años consecutivos de descenso en la contratación depersonas con discapacidad en Castilla y León, tal como se observa en elsiguiente gráfico.
La emergencia social quesubyace a la económica
Si bien la caída en la contratación de personas condiscapacidad es solo ligeramente superior a la del resto de la población, en elcaso de las personas con discapacidad subyace otra inquietud añadida, en lamedida en que suelen ser los que encuentran más dificultades para superar todaslas crisis, viéndose especialmente abocados a la precariedad en la economíasumergida o al paro de larga duración, entre otras circunstancias laborales adversas.
Según FranciscoMesonero, director general de la Fundación Adecco: “Nos preocupa que con elparón del empleo se produzca un retroceso en la igualdad de oportunidades y enla inclusión social que las personas con discapacidad habían alcanzado durantelos últimos años. Recordemos que muchos han tenido que abandonar repentinamentesus trabajos, que no solo les proporcionaban ingresos, sino tambiénnormalización y estabilidad social y emocional. Otros, se han visto obligados aaparcar sus rutinas formativas y de búsqueda de empleo, viéndose en unasituación de confinamiento absolutamente desconocida que, en muchas ocasiones,conlleva aislamiento, confusión y una gran inseguridad”.
Asimismo, el directivo añade que “la caída en lacontratación reabre el debate sobre la vulnerabilidad de un sector de lapoblación que ya se encontraba en riesgo de exclusión antes de la crisis delCOVID-19. La emergencia económica seconvierte en emergencia social para muchas personas con discapacidad que notenían una posición consolidada en el mercado y que suelen ser losprimeros en perder el empleo y los últimos en recuperarlo”.
No olvidar la Agenda2030
En este escenario de incertidumbre, el compromiso de lasempresas se torna crucial para que las personas con discapacidad no retrocedanen las conquistas sociales que habían ido alcanzando en los últimos tiempos, ymuy especialmente tras la crisis de 2008.
Así, la Fundación Adecco se ha visto obligada a interrumpirsu actividad presencial, pero ha intensificado su labor de sensibilización conempresas, con las que continúa colaborando vía online para “no desandar elcamino recorrido y convertir este entorno desfavorable en una oportunidad parahumanizar más que nunca las organizaciones”, destaca Mesonero.
“El COVID-19 hasacudido nuestra escala de valores y nos obligará a reordenar la agenda global,situando como prioridad indiscutible la máxima de la Agenda 2030 de no dejar a nadie atrás, En estecontexto, las estrategias de Diversidad & Inclusión adquirirán unaimportancia sin precedentes, tras una crisis que ha removido como nunca laconciencia social, apelando a valores esenciales como la cohesión, la unidado la diferencia como motores decrecimiento que habrán de trasladarse a las empresas como únicos garantes desostenibilidad”, concluye.
La brecha digital, engran reto
La cuarentena ha trasladado nuestra vida cotidiana al ámbitodigital, poniendo en evidencia la importancia de las nuevas tecnologías comofactor de inclusión social.
Este “acelerón” de lo tecnológico no ha ido alineado, enmuchos casos, con el incremento formativo de muchas personas que no dominabanlas nuevas tecnologías, con lo que se ensancha ineludiblemente una brechadigital que ya tenía dimensiones considerables. Con la vista puesta en elfuturo, Mesonero advierte de la “vital importancia de ayudar a las personas concualquier tipo de discapacidad a dar el salto tecnológico, en un mercado que yanunca volverá a ser el mismo y en el que nuevas fórmulas como el teletrabajo seconsolidarán en la cultura empresarial. Para ello, resultará fundamentalrealizar una apuesta por la Accesibilidad Universal y elevar el acceso ainternet como derecho fundamental recogido en la Constitución”.