La semana pasada se anunciaba que la ITV cambiará su funcionamiento a partir del 1 de julio, incorporando nuevas modificaciones que habrían quedado descatalogadas con el paso de la pandemia y que ahora volverían al terreno de juego.
Entre ellas se hablaba de una muy común, a la vez que temida: la prueba de emisiones a través del puerto OBD-II, también conocida como la prueba de gases.
Como expone el medio ‘Centímetros cúbicos’, respecto a la medición de emisiones la prueba es distinta en los coches de diésel y gasolina: “En el caso de los vehículos con motor de gasolina, la prueba de gases evalúa la eficacia del catalizador y el funcionamiento de las sondas lambda, midiendo también el nivel de CO de los gases de escape emitidos. Y en el caso de los motores diésel, la única medición que se lleva a cabo es la de la opacidad de los gases, o lo que es lo mismo, lo 'negro' que sale lo que se emite por el tubo de escape”.
Para superar la prueba eficazmente, muchos conductores acuden a un viejo truco que consiste en tirar del acelerador más de lo habitual el mismo día de acudir a la ITV, especialmente en los motores diésel, para que los gases alcancen temperaturas y velocidades más altas, limpiándose así los conductos de escape.
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