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¿Cómo se manifiesta el cortisol elevado en el cuerpo?: "Las fórmulas milagrosas para reducirlo puede inducir a conductas poco saludables"

Rosa Ana Iglesias López, especialista en Endocrinología y Nutrición del CAUSA, ha advertido que “no se debe buscar medidas milagrosas sino intentar cambiar la vivencia del estrés"

ESTRÉS

En una sociedad donde el único tiempo que adquiere valor es aquel que se invierte en ser productivos, donde la presión por alcanzar las metas personales y profesionales cada vez es más exigente y el descanso se aleja de la cotidianidad sintiéndose como un castigo, el cuerpo se descompensa y aquellas hormonas que deben regularlo se desajustan provocando alteraciones diversas.

Una de las más conocidas es el cortisol, “una hormona esteroidea (glucocorticoide) producida por las glándulas suprarrenales que se segrega al torrente sanguíneo para transportarse a los múltiples órganos en los que ejerce sus acciones”, según ha explicado Rosa Ana Iglesias López, especialista en Endocrinología y Nutrición en el Complejo Asistencial Universitario de Salamanca.

“Es esencial para el funcionamiento del organismo porque regula múltiples procesos, desde el metabolismo de carbohidratos, grasas y proteínas, hasta el sueño, pasando por la función inmunitaria y la inflamación”. Igualmente, resultaimprescindible para la supervivencia”, ya que se encarga de ayudar al organismo a “obtener la energía que necesita para hacer frente a las situaciones de estrés cuando se percibe una amenaza interna o externa”.

Sin embargo, en los últimos años, el cortisol se ha clasificado como la ‘hormona del estrés’, con una connotación “completamente negativa y con muchísimos mitos” a su alrededor dando lugar a "fórmulas milagrosas" para combatirlo y reducirlo, algo que resulta “una simplificación errónea que puede inducir a la auto prescripción y a conductas poco saludables”, ha aclarado la experta, concretando que los niveles “crónicamente elevados” de cortisol debido al estrés crónico “son perjudiciales para la salud, pero en sí mismo no es dañino”.

¿Qué factores influyen en la alteración del cortisol?

Tal y como ha detallado Iglesias, “existen una serie de enfermedades endocrinológicas caracterizadas por el exceso de producción de glucocorticoides debido a la alteración de las glándulas implicadas en su síntesis (suprarrenales e hipófisis)” esto da lugar a un conjunto de signos y síntomas “derivados de la exposición prolongada a niveles elevados de cortisol” lo que se conoce como síndrome de Cushing.

Otro de los factores que puede ocasionar este desbalance es “una administración crónica de fármacos corticoideos, que se emplean muy frecuentemente como tratamiento de enfermedades inflamatorias o autoinmunes”.

Además, ciertas situaciones distintas del síndrome de Cushing “pueden cursar con niveles circulantes de cortisol elevados (hipercortisolemia) sin que exista una verdadera secreción autónoma o administración exógena de corticoide. Se definen como pseudo-Cushing e incluyen la depresión mayor, el alcoholismo, la anorexia nerviosa, el ejercicio crónico de alta intensidad o la obesidad mórbida. Algunas de ellas además presentan síntomas similares a los del síndrome de Cushing”.

Obesidad, piel con hematomas, estrías o cansancio: síntomas de cortisol elevado

El cuerpo físico siempre ‘habla’ a través de cambios y alteraciones que muestran que algo no está funcionando correctamente. En el caso del cortisol elevado, uno de los signos “más frecuentes” es la obesidad. “Típicamente el exceso de grasa se acumula en el eje central del organismo (obesidad troncular), acumulándose predominantemente en la cara (“facies de luna llena”), en la región posterior de cuello y en el abdomen, mientras que las extremidades permanecen delgadas y con escaso desarrollo muscular”.

De ahí, la famosa ‘cortisol face’ que se ha popularizado en redes sociales como TikTok, ya que la grasa se acumula más y provoca sensación de hinchamiento.

También se manifiesta a través de la piel que “se adelgaza y aparecen frecuentemente hematomas; son típicas las estrías en abdomen, raíz de brazos y muslos, anchas y habitualmente de color rojo-vinoso”. Del mismo modo, se reduce “el volumen y la fuerza muscular especialmente manifiesta en las extremidades inferiores” y en caso de “hipercortisolismo mantenido” desemboca en una disminución de la masa ósea (osteoporosis).

El cortisol también perjudica al corazón y las arterias ya que “sus efectos metabólicos pueden conducir al desarrollo de diabetes e incremento de la tensión arterial”.

Por otra parte, es habitual sentir “cansancio generalizado que dificulta la realización de las tareas cotidianas; las alteraciones del ánimo y la conducta, así como los trastornos del sueño y una mayor susceptibilidad a las infecciones”.

En mujeres frecuentemente se observa que esta descompensación produce además un “aumento del vello, trastornos de la menstruación y disminución del deseo sexual e infertilidad”.

Hábitos para reducir el cortisol

El síndrome de Cushing “está infra diagnosticado”, pero es “poco frecuente”. Sin embargo, la experta recomienda “acudir a un profesional que valore si existe una sospecha real del problema y nos guíe para abordarlo. Se requiere realizar múltiples pruebas analíticas y de técnicas de imagen para llegar a un diagnóstico en un proceso que habitualmente es complejo”.

Si se da este caso, el tratamiento a seguir “es quirúrgico y también disponemos de algunos fármacos para la reducción de los niveles de cortisol en sangre en caso de que la cirugía no sea exitosa”.

En cuanto al exceso de cortisol derivado de la vivencia crónica de estrés, Iglesias advierte sobre “las medidas dietéticas y de suplementación nutricional” de la que hablan “los gurús de la salud de internet y los profesionales de la salud alternativa” ya que no cuentan con “ninguna base científica que lo respalde”

Pese a esta precaución, se dispone de una amplia bibliografía que relaciona los niveles elevados de estrés y el deterioro de la salud, “pero no debemos buscar medidas milagrosas para la reducción del cortisol sino intentar cambiar nuestra vivencia del estrés mediante una serie de modificaciones en el estilo de vida”. Para ello aconseja “una dieta equilibrada, ejercicio regular, suficiente descanso y una buena gestión del estrés con técnicas como la meditación, la respiración profunda o el yoga”.

Por supuesto, “existe una fuerte asociación entre el consumo elevado de alcohol y los niveles altos de cortisol”, aunque “vuelve a la normalidad tras periodos prolongados de abstinencia alcohólica”.

Por el contrario, la cafeína aumenta el cortisol en periodos de corta duración y “no parece representar un riesgo significativo para la salud” ya que “es un estimulante del sistema nervioso central”.

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