La cistitis "aumenta hasta un 30 por ciento" durante el verano: “El sudor o el baño en piscinas modifica la composición de la flora de la piel genital”

Entre los consejos para prevenirla, el médico de familia del C.S.Periurbana Norte Salamanca, Pablo Baz Rodríguez recomienda "mantener una hidratación adecuada, consumir más frutas y verduras o no retener el deseo de orinar y hacerlo con frecuencia"

Piscina municipal de Carbajosa. Archivo
Piscina municipal de Carbajosa. Archivo

La época estival es idónea para disfrutar en la piscina, ríos o ir a la playa, sin embargo, es un periodo en el que proliferan algunas infecciones ya que las personas se descuidan y se relajan más debido a las vacaciones.

Una de las infecciones protagonistas del verano es la cistitis, que se produce “en el tracto urinario inferior por bacterias, siendo la principal responsable la Escherichia Coli”, en la mayoría de los casos o “por hongos (cándidas) y en menor medida por virus, micobacterias y parásitos”, ha explicado Pablo Baz Rodríguez, vicepresidente SEMERGEN Castilla y León y médico de familia en el .C.S.Periurbana Norte Salamanca

Además, en este tracto inferior se pueden dar otros dos casos si involucra a la uretra (uretritis) o a la próstata (prostatitis).

Por otra parte, “se pueden producir infecciones del tracto superior, que afectarían al riñón originando pielonefritis, que es un cuadro más severo”.

Irritación al miccionar, escozor o fiebre: síntomas y prevención

La cistitis se manifiesta de forma “muy variable” en función “del grado de infección y de la persona”, pudiendo ser “asintomáticas y no notar nada hasta producirse sangrado en la orina o hematuria”.

No obstante, el experto señala como signos frecuentes “irritación al miccionar, ganas de ir a orinar y hacer poca cantidad o ir más a menudo al baño con pequeñas micciones, escozor al orinar, fiebre o dolor en la parte baja del abdomen o a nivel lumbar”. También puede llegar a haber “obstrucción al flujo de la orina con síntomas obstructivos por la inflamación de la zona”.

Para prevenirla, Baz recomienda "mantener una hidratación adecuada al exceso de calor, consumir más líquidos, frutas y verduras, así como tomar 2 litros de agua al día".

En cuanto a hábitos, destaca “no retener el deseo de orinar y hacerlo con frecuencia, al menos cada 2- 3 horas y evitar alterar la composición de la flora vaginal por lo que no se debe usar productos irritantes en el área urogenital o productos de higiene íntima con pH no neutro o duchas vaginales”.

Además, indica también la importancia de “secar bien la zona tras la micción y hacerlo siempre de adelante hacia atrás con el papel, cambiar frecuentemente el bañador húmedo por ropa interior seca y que ésta sea de algodón y poco ajustada”.

“Entre 25 y 30 grados la incidencia aumenta hasta un 30 por ciento”

La incidencia de las infecciones urinarias “es estacional y alcanza su punto máximo en los meses de verano”, asegura el experto. Se ha demostrado que en los días en que la temperatura media semanal se sitúa “entre 25 y 30 grados la incidencia aumenta un 20-30% respecto a semanas con temperaturas menores”. Esto se debe a que durante el verano se mezclan “el calor excesivo y la humedad” provocando que se utilice menos ropa, lo que puede contribuir “a la proliferación de bacterias que causan estas infecciones”.

Además, la exposición a temperaturas más cálidas “aumenta la pérdida de líquidos por transpiración y se reduce la cantidad de agua en nuestro cuerpo” incrementando la “deshidratación y disminución de la cantidad de orina lo que disminuye la eliminación mecánica de bacterias por el tracto urinario y concentra las bacterias, facilitando la multiplicación en la vejiga”.

De igual modo, el sudor o los baños en la piscina y la playa favorecen “la humedad en la zona urogenital” que “modifica la composición de la flora de la piel genital, haciendo que crezcan las bacterias dañinas”.

Por último, el experto señala las relaciones sexuales como factor influyente de infecciones urinarias en gran medida, por lo que se recomienda orinar siempre después de realizar dicha práctica.

No obstante, aunque el periodo del año es importante a tener en cuenta, este tipo de infección se da más habitualmente en un tipo de personas, que se corresponden con el perfil de mujer debido a “la anatomía de la uretra”. Según indica Baz, “más de la mitad de las mujeres premenopáusicas ha sufrido alguna vez un episodio al menos de infección a lo largo de su vida”.

También son factores de riesgo “bajos niveles de estrógenos, enfermedades crónicas como la diabetes o inmunosupresión grave”.

¿Cómo se trata esta infección?

Todo tipo de infección urinaria bacteriana sintomática requiere de un tratamiento con antibiótico, el cual se elige según “el tipo de paciente, patrones de resistencia de los gérmenes o disponibilidad". En ocasiones se realiza un “cultivo analítico” de esa orina para la elección del tratamiento, pudiendo “identificar el germen y la sensibilidad al antibiótico”.

Igualmente, se complementan con fármacos que traten “la irritación vesical o dolor abdominal en la zona baja” en caso de sufrirlos y “probióticos para recuperar en la medida de lo posible esa flora bacteriana que protege”.

Si se dan de manera recurrente, “se utilizan antibióticos profilácticos” y se presta especial atención en caso de mujeres embarazadas.

Con respecto a la duración, depende de "la edad, patología asociada, el tipo de germen o el número de colonias de bacterias que aparecen en la infección”, pero “cuanto antes se instaure el tratamiento, los síntomas disminuirán”.

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