Es una de las arterias más importantes de la ciudad. Llena de vida, la calle Toro abarca su lugar desde la Plaza Mayor hasta la plaza de España, convirtiéndola ya solo por su inicio y fin, en una de las vías más conocidas de la ciudad.
Su nombre, cambiante, lo recibe del municipio zamorano de Toro, ya que el final de la calle hacia plaza de España conectaba directamente con la carretera que llegaba hasta allí. De hecho, la antigua Salamanca llena de puertas en la muralla, de las que algunas todavía se mantienen, también desembocaba por este norte en el pórtico del mismo nombre que la calle.
Sin embargo, no fue esta su primera denominación. Al inicio de su construcción prefirió llamarse calle de los Herreros, en honor al gremio, aunque solo hasta el cruce de la calle Azafranal. Fue más tarde cuando Toro llegó (y caló) entre los salmantinos, pese a que hubo otros dos variaciones más.
De hecho, en casi cien años la calle Toro no fue tal. Primero, en 1891 fue llamada Doctor Riesco, con cierta polémica como cuenta 'Salamancaenelayer', ya que este se trataba de un masón republicano. Y de la República, a la Dictadura, incluso antes de serla. Ya en 1937, y entre una gran multitud de personas, la calle cambió otra vez su nombre por el de Generalísimo Franco, lo que demostraba la importancia de la vía.
Y así fue hasta que en 1979 recuperó de manera oficial el nombre de la calle Toro. Oficial, pero no oficiosa, ya que los más críticos con el régimen franquista seguían recordándolo en sus correos postales.
Antes de ello, eso sí, ya se cortó el tráfico rodado por la calle, antes completamente transitable, y posteriormente poco a poco también algunas zonas donde también se cruzaba como entre las calles Vázquez Coronado y Deán Polo Benito.
Hoy en día, esta calle, de las más transitadas de Salamanca destaca por un sinfín de cosas. La primera, obviamente, es su situación en el mapa, mientras que los comercios también aportan mucha vida, algunos incluso por su belleza. Y hablando de belleza, la iglesia de San Juan de Sahagún, cuyos cimientos comenzaron en 1891 (fotografía), destaca en una calle que también comparte con la plaza del Liceo el propio teatro y la última adquisición del lugar, la estatua que recuerda al campeón del mundo Vicente del Bosque.
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