“Salamanca, que enhechiza la voluntad de volver a ella a todos los que de la apacibilidad de su vivienda han gustado”. La frase célebre de Miguel de Cervantes vuelve, una vez más, a describir el sentimiento generalizado entre los estudiantes que han decidido cursar su Erasmus en la ciudad castellano y leonesa. A pesar de las restricciones, limitaciones en las reuniones, el toque de queda, el cierre de bares y discotecas y las, ya populares, distancia de seguridad y mascarillas, todos los estudiantes extranjeros con los que ha tenido oportunidad de contactar SALAMANCA24HORAS coinciden en que regresarán, por lo que queda confirmado que Salamanca no pierde su encanto ni en época de pandemia.
Todos ellos han llegado desde diferentes países europeos y planean estar hasta terminar el cuatrimestre o el curso escolar, dependiendo de la modalidad de beca por la que hayan optado.
Las tapas y las cañas en los bares, lo más popular al inicio de curso
El ambiente de las calles de Salamanca ha vivido un cambio apreciable desde que cerraron los bares y se retiraron las terrazas. Oleadas de estudiantes de ambas universidades, entre ellos Erasmus, ocupaban sillas y mesas por el Centro y los diferentes barrios de la ciudad.
Emma, una joven francesa procedente de Lille, explica que cuando llegó en septiembre “paraba a tomar unas tapas” en el barrio del Oeste y el centro durante sus paseos por Salamanca. Esta costumbre también acompañaba a Andreia Claudio, de Portugal, quien reconoce “salía todos los días, por la mañana y por la noche, para beber cañas con amigos”.
También lo hacía la veinteañera Sheila, procedente de Lyon, en Francia. “Al principio salía más, iba a comer fuera y pude conocer a más gente, ahora con los bares cerrados ya no es lo mismo”.
Además de para conocer gente, Marie Louise, de Dunkerque, encontró un segundo incentivo para ir a los bares y restaurantes: el precio, considerablemente más bajo que en Francia. Por todo ello, frecuentaba al igual que sus compañeros los diferentes establecimientos de la ciudad.
A pesar de que la vida social, tal y como coinciden, es más difícil actualmente, las reuniones de Erasmus que pudieron hacer en septiembre les ha permitido crear pequeños grupos de amigos y aceptan que “la situación actual requiere estas medidas que tenemos ahora”. Así lo expresaba el joven austriaco, Michael.
Los viajes, por la provincia y Castilla y León, aunque con planes de futuro por España
La decisión de la Junta de Castilla y León de decretar el cierre perimetral de la comunidad autónoma no ha parado los pies a los Erasmus, que han aprovechado para conocer varias ciudades y pueblos, tanto de la provincia como de fuera de ella. Además, antes de que esta medida entrara en vigor, algunos tuvieron oportunidad de viajar a Toledo a través de una excursión organizada especialmente para estos estudiantes.
En la provincia, los destinos más populares han sido La Alberca, quien Marie Louise ha calificado de “maravillosa” y la Sierra de Béjar, que ha sido el lugar elegido por varios de ellos para pasar este pasado sábado, 20 de noviembre.
Dentro de la Comunidad Autónoma, Michael, por ejemplo, ha aprovechado para conocer Valladolid y Zamora aunque le hubiera gustado conocer muchas más regiones de España.
Florine, procedente de Oxford, lamenta no haber tenido oportunidad de viajar ya que llegó casi cuando decretaron el cierre perimetral, pero apunta con optimismo que “viajará en cuanto sea posible a Madrid y al país vecino, Portugal”.
Las restricciones, ¿símbolo de mayor concentración en los estudios?
Los Erasmus difieren en su opinión al respecto ya que lo que podía parecer una situación ideal para dedicar más tiempo a los estudios al no poder salir tan a menudo o no poder hacer tantos planes, a veces provoca una falta de concentración. Así lo asegura Sheila, “el hecho de quedarse en casa y no salir ni sociabilizar también impide concentrarse mejor”.
Por su parte, Michael reconoce con un guiño que “desde el punto de vista académico, este semestre es probablemente incluso mejor que un semestre “normal” porque las restricciones de la vida diaria nos obligan a trabajar más para las asignaturas”. Igual que él opina la portuguesa Andreia, “tengo mucho tiempo libre y aprovecho para estudiar más porque estoy en casa y no se puede hacer muchas más cosas con las restricciones”.
¿Qué echan más en falta?
Para esta cuestión la respuesta es clara y concisa: fiesta y cultura española. El prestigio que han acumulado la Universidad de Salamanca y la Universidad Pontificia ha venido de la mano con el auge de las fiestas de estudiantes en la ciudad. De lunes a domingo, bares y discotecas de la ciudad organizaban actividades con el objetivo de atraer a los más jóvenes, y eso ha llegado a oídos de Europa.
Sheila, la joven procedente de Lyon, asume con pena que “Salamanca no es la misma ciudad de la que tanto me han hablado mis amigos” y “en parte se arrepiente de haber elegido este año”. No obstante, deja claro que volverá para poder vivir “ese ambiente estudiantil”.
La italiana Ilaria, consciente de que este curso iba a ser un tanto “peculiar”, reconoce con pena que su ideal era “saber cuál es el modo de vida español y el idioma, así como aprender a hacer platos típicos de aquí”. Por su parte, Florine asegura que “ha echado en falta conocer las festividades españolas, como el día de la Hispanidad”.
El sentimiento de abandono al que se enfrentaron cuando contrajeron el Covid-19 o tuvieron un contacto directo con una persona positiva
El coronavirus no entiende de nacionalidades, ha quedado demostrado una vez más con los testimonios de algunos estudiantes a los que ha dado voz este medio. La joven italiana, Ilaria, que contrajo el Covid-19, cuenta que ha vivido una “experiencia con la sanidad española que no esperaba”.
Tras presentar los primeros síntomas, intentó ponerse en contacto vía telefónica con todos los Centros de Salud de la ciudad sin encontrar ayuda. Pasaron unos días y la situación no mejoraba, lo que la obligó a hacerse una tarjeta para el móvil con un número de teléfono español porque si no, no contactarían con ella desde el Hospital. Tras ello, un médico contactó con ella, indicando que permaneciera en casa y, después de llevar varios días en cuarentena, le dio el alta sin hacer “siquiera” una prueba que confirmara la enfermedad.
El mismo problema tuvo Sheila, quien al haber tenido un contacto directo con una persona positiva, esperó a que los rastreadores la llamaran. Cosa que nunca ocurrió. Para poder hacerlo, se vio obligada a dar el número de teléfono de su compañera de piso española para que tanto el Centro de Salud como los rastreadores pudieran ponerse en contacto con ella.
Afortunadamente, ninguno de los estudiantes Erasmus se ha visto en una situación de gravedad debido a la enfermedad.
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