Un rasgo que comparten todos los humanos es que no recuerdan episodios concretos de la vida ocurridos antes de los 3 o 4 años. Muchos científicos atribuyen esta llamada 'amnesia infantil' a la falta de desarrollo del hipocampo, una zona del cerebro crucial para codificar la memoria. Ahora un nuevo estudio de imágenes cerebrales muestra que los bebés de tan sólo tres meses ya utilizan el hipocampo para reconocer y aprender patrones, según publican los investigadores en la revista 'Current Biology'.
"Un misterio fundamental de la naturaleza humana es que no recordamos casi nada desde que nacemos hasta la primera infancia y, sin embargo, aprendemos mucha información fundamental durante ese tiempo: nuestro primer lenguaje, cómo caminar, los objetos y los alimentos, y los vínculos sociales", afirma Nick Turk-Browne, profesor de psicología de la Universidad de Yale y autor principal del trabajo.
Para el nuevo estudio, el equipo de Yale utilizó una nueva tecnología de imágenes por resonancia magnética funcional (IRMf) para captar la actividad del hipocampo de 17 bebés, de entre tres meses y dos años de edad, mientras se les presentaban dos conjuntos de imágenes en una pantalla.
Un conjunto de imágenes aparecía como una secuencia estructurada que contenía patrones ocultos que podían aprenderse. En el otro, las imágenes aparecían en un orden aleatorio que no ofrecía ninguna oportunidad de aprendizaje. Después de mostrar a los bebés estos dos conjuntos de imágenes varias veces, el hipocampo respondió con más fuerza al conjunto de imágenes estructuradas que al conjunto de imágenes aleatorias.
Según Turk-Browne, lo que podría ocurrir es que, a medida que el bebé adquiere experiencia en el mundo, su cerebro busca patrones generales que le ayuden a comprender y predecir el entorno que le rodea. Esto sucede a pesar de que el cerebro no está equipado para almacenar permanentemente cada experiencia individual sobre un momento específico en el espacio y el tiempo, el sello de la memoria episódica que también se pierde en la amnesia adulta.
La estrategia tiene sentido porque el aprendizaje de conocimientos generales, como los patrones de sonidos que componen las palabras de un idioma, puede ser más importante para un bebé que recordar detalles concretos, como un único incidente en el que se pronunció una palabra concreta.
El tamaño del hipocampo se duplica en los dos primeros años de vida y acaba desarrollando las conexiones necesarias para almacenar los recuerdos episódicos, explica Turk-Browne.
"A medida que se producen estos cambios en el circuito, acabamos obteniendo la capacidad de almacenar recuerdos --señala--. Pero nuestra investigación demuestra que, aunque no podamos recordar las experiencias infantiles más adelante en la vida, éstas se registran, no obstante, de un modo que nos permite aprender de ellas".
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