Según indica la Asociación Española de Pediatría, los niños pueden necesitar gafas por varios motivos, algunos diferentes a los de los adultos. En concreto, indica que las gafas se usan para corregir los errores de la vista causados por la hipermetropía, la miopía o el astigmatismo.
Señala que también pueden ser necesarias para ayudar a enderezar los ojos cuando no están bien alineados (estrabismo) o, en los casos de ojo vago (ambliopía), para ayudar a fortalecer la visión del ojo débil. "Si uno de los dos ojos tiene poca visión puede ser conveniente el uso de gafas para proteger el otro ojo", apostilla la entidad científica.
Pero ¿cómo descubrir que nuestro hijo puede tener un problema de visión? En una entrevista con Infosalus la doctora Lucía Fernández-Vega Sanz, responsable de la Unidad de Oftalmología Pediátrica del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega recuerda que, al nacer, a los bebés se les realiza un completo examen de morfología ocular para descartar enfermedades congénitas (catarata, alteraciones corneales, hipertensión ocular, etc.), así como para descartar alguna patología tumoral, como puede ser la retinoblastoma.
"Si previamente no se ha detectado ninguna anomalía, se recomienda llevar a los pequeños al oftalmólogo a partir de los tres años de edad. Con esa edad resulta más fácil que el pequeño colabore a la hora de poder realizarle las pruebas pertinentes (agudeza visual, graduaciones, estudios de la motilidad ocular, etc.)", subraya la oftalmóloga.
Este tipo de revisiones tempranas son importantes en su opinión y de cara a poder prevenir alguna de las causas que provocan la ambliopía, lo que se conoce como 'ojo vago', en cuanto se detecte que puede haber diferencias de agudeza visual entre un ojo y otro.
Es más, la doctora Fernández-Vega alerta de que una mala salud ocular también puede afectar a su rendimiento escolar, incidiendo en que algunos SÍNTOMAS que pueden poner a los padres en alerta sobre el estado de la vista de los niños son:
1. Se sienta demasiado cerca de la televisión
2. Se queja habitualmente de dolor de cabeza y se frota los ojos a menudo
3. Se acerca mucho al papel para escribir
4. Entorna los ojos intentando enfocar para ver algo que está alejado
5. Le cuesta leer o estudiar
"Sea como sea, lo importante es detectar a tiempo cualquier anomalía en la salud ocular de los pequeños. Por eso, lo mejor es acudir al menos una vez al año a la consulta de su oftalmólogo y realizar las pertinentes revisiones", destaca la responsable de la Unidad de Oftalmología Pediátrica del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega.
EL EMPLEO DE LAS GAFAS EN LOS NIÑOS
A este respecto, desde la Asociación Española de Pediatría mantienen que los cristales recomendados para las gafas de los niños son de material orgánico, como el policarbonato, que son inastillables, aunque tienen la desventaja de que se rayan con mayor facilidad.
"Deben tener la graduación exacta que ha prescrito el oftalmólogo. Serán tan pequeños y ligeros como sea posible, para que no molesten, pero lo suficientemente grandes para que el niño no pueda mirar por fuera de los cristales", indica.
Sobre la montura, la AEP considera que deben pesar poco y ser fuertes y duraderas, pero también flexibles. "En los niños más pequeños son recomendables las monturas de plástico rígido y en los bebés es mejor elegirlas blandas, de silicona, por ejemplo. El tamaño es importante. Cada niño tiene una cara particular y la montura debe ser elegida de forma que le ajuste adecuadamente. Las gafas deben encajar bien y ser cómodas, de lo contrario el niño no querrá ponérselas", añade.
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