Estás inmersa en una 'minigira', con conciertos en Lisboa y Oporto y el sábado en Salamanca. ¿Cómo sobrevives a tanta intensidad?
No lo sé (Se ríe). Es cierto que mi vida es demasiado intensa. A veces echo de menos parar un poquito para saborear lo que me está pasando. Supongo que ahora cuando termine la gira, en octubre y noviembre, me tocará parar para digerir todo esto.
¿Tú trabajo tiene buena acogida entre el público portugués?
Nos hemos llevado una sorpresa, es cierto que la mayoría del público que ha venido a vernos era español, pero había un importante número de portugueses. Esta ha sido una primera toma de contacto y ojalá podamos ir más veces para conquistar corazones allí.
Tu música siempre se ha caracterizado por el compromiso social que impregna tus canciones. Nosotros, en Salamanca, tenemos una importante comunidad universitaria, también muy comprometida con todo tipo de causas. ¿Qué supone para ti ofrecer ese compromiso social a los salmantinos?
Esas inquietudes siempre han estado muy ligadas al mundo universitario. Me hace mucha ilusión estar allí, hay una energía diferente en la gente joven. Aún tienen mucha ilusión y mucha esperanza por el Mundo.
Tú también fuiste universitaria, si no me equivoco estudiaste psicología en Murcia y te marchaste a Madrid para abrirte camino. Allí conociste a Ismael Guijarro, con quién has trabajado estos últimos años. ¿Cómo lo conociste y cómo es él?
Ismael es también parte de la banda. Mi forma de trabajar, desde siempre, se ha caracterizado por la fidelidad. Mi banda es la de siempre: el batería es mi primer músico y ahí seguimos. Cuando las cosas funcionan, lo mejor es seguir con ello. Ismael es muy importante para mí porque me encanta cómo produce y me tiene pillado 'el rollo'. Tenemos muchas cosas en común y es una pieza fundamental para mí.
Creo que estudiaste un máster en musicoterapia. En tus conciertos siempre te acompaña Beatriz Romero, una intérprete de lengua de señas. Imagino que también estará en Salamanca. ¿Cómo es ella?
Claro que estará en Salamanca, siempre está conmigo. Ella es una artistaza y, aunque es tímida, en el escenario le crecen alas. Es trabajadora, constante y siempre está muy preocupada por el colectivo que representa. Es muy perfeccionista y es mi hermana en otras vidas. Fue una acierto total que nos encontráramos e invitarla a subir al escenario, del que nunca más se bajó.
La Plaza Mayor de Salamanca será pronto protagonista de la película Mientras dure la guerra, de Amenábar. Está ambientada en los primeros días de la Guerra Civil, que también está presente en tu último disco a través de Justo, la canción que habla del hermano de tu abuela. Todas las canciones de ese último tienen un carácter personal, pero quizá esta sea especial. ¿Qué supone para ti ‘Justo’?
¡Qué maravilla! No sabía lo de la película de Amenábar... Esa canción cuenta una historia de dolor, de mi casa, pero es una rayito de luz. A través de 'Justo' he encontrado la fosa común del hermano de mi abuela. A través de una historia de silencio poder encontrar un lugar para llevar flores ha traído calma. No es desenterrar heridas, porque están abiertas, ha supuesto sanarlas. Mi abuela, cuando se vaya de este mundo, se irá en paz. Eso no le pasó a su madre ni a sus hermanos. Creo que la gente viviera lo que hemos vivido en mi familia, defendería el poder aclarar situaciones así.
No rehúyes a la hora de mostrar tu opinión sobre la actualidad política. Eres muy activa allá donde te llaman, tanto en programas de televisión (Hace no mucho te vi en No te metas en política) o en redes sociales. Has llegado a decir, si no me equivoco, "avergüenza una izquierda que compite por sus egos". ¿Eres optimista?
Me mojo, no puedo evitarlo. Si tengo una opinión es un deber expresarla con amor y respeto. A mí me importa lo que pasa en la sociedad. Sí, dije esa frase. Que no haya un acuerdo porque los políticos no son capaces de llegar a un buen fin común, no es esperanzador. No obstante, soy optimista. Creo que no nos mereceríamos volver a nuevas elecciones.
Recientemente se ha editado Cerrando Puntos Suspensivos, un proyecto que incluye un libro que se define como “una recopilación de momentos y situaciones más importantes de los últimos años”. ¿Qué momento es el que más te ha marcado?
Llevamos cerca de siete años trabajando desde que publicamos el primer disco. Hay momentos muy bestias, que me han marcado. Sería muy difícil quedarme con uno, quizá el primer disco, el hecho de que se interesan por nosotros las discográficas. Y ahora hemos sido nominados al Grammy Latino, pero cantar delante de 20 personas también es muy emocionante. Poder viajar con tu música por el Mundo te hace crecer como persona, es un privilegio.
¿Alguno de esos momentos tiene relación con Salamanca?
En los primeros conciertos que hice allí, en el Savor y en el Corillo, venía muy poquita gente a vernos. Eso es parte de mi historia, he vivido momentos muy bonitos en esa ciudad. En esos bares me dieron la oportunidad de empezar a cantar delante de mis primeros fans.
A lo largo de tu carrera habrás actuado en muchísimos escenarios, desde los más íntimos hasta los más grandes. ¿Cómo se logra que una música tan íntima como la que nos ofreces encandile a tantísima gente en escenarios como el de la Plaza Mayor de Salamanca?
Yo también me lo pregunto. Es algo que me sorprende, no pensaba que nuestra música fuera para grandes masas y para un público tan diverso, porque vienen desde niños hasta abuelos. No sé cómo ocurre eso, pero ojalá no lo pierda.
¿Qué vas a ofrecer a Salamanca?
En Salamanca vamos a dar un conciertazo. Hay momentos para todo: reflexión, emoción y hasta guasa. La banda tiene protagonismo y colorido. Yo hablo, pero poco, solo en las canciones que tengo que contextualizar. Será, como siempre, inclusivo. Nosotros siempre actuamos como si fuera la primera y la última vez. Queremos que la gente se vaya con muchas ganas de vivir.