Las calles de Salamanca se engalanan este jueves con los tradicionales colores de los trajes charros que brillarán y se moverán al ritmo del tamboril, la flauta y las castañuelas durante todas las ferias, pero en especial este 8 de septiembre, para hacer honor a la patrona de nuestra ciudad, la Virgen de la Vega.
No todos los salmantinos conocen la tradición que hay detrás de un traje charro y lo más importante como ha de ir colocada cada pieza, accesorio y cómo es el peinado.
Por ello, SALAMANCA24HORAS.COM ha decidido conocer este “secreto” de primera mano y acompañar a Carmen, Paqui y Marta en este elaborado proceso y que con tantas ganas estaban esperando después de tres años sin vestirse.
Carmen y Paqui cuentan ilusionadas que esta costumbre se remonta a años atrás, en concreto, en 1988 cuando sus madres, Belén y Carmen “se empeñaron” en hacerles el traje. Explican que fueron a la asociación de vecinos de su barrio para informarse y ahí comenzaron a coser esta gran joya.
Ellas, destacan el acto de la ofrenda floral a la Virgen de la Vega ya que esto como es tradición, marca el inicio de las ferias y fiestas además de ser una ceremonia muy emotiva para los presentes y para quien acompaña a la virgen. Paqui, en relación a esto explica que “yo enfoco desde tres puntos de vista salir en esta ofrenda y son: el orgullo por ser de la tierra, la fe por la Virgen y la parte folclórica”.
Marta es hija de Paqui, tiene 22 años y ha vivido desde pequeña esta costumbre “es tradición familiar, se vestía mi abuela con mi madre y decidieron hacerme el traje y ahí empecé”.
En la ceremonia alrededor de 700 personas acompañan a la virgen, no solo charras, sino que también va gente con mantilla, capas charras… Carmen cuenta como curiosidad que “hace ya unos años se pidió también a gente que, aunque fuesen de otros sitios se animasen a ponerse los trajes típicos de sus tierras por ejemplo hubo personas de Bolivia, Ecuador…”
En cuanto a si se está recuperando la costumbre las tres coinciden en que “hay mucha gente ya con los trajes, pero lo que se está perdiendo un poco ahora, es el tema de las asociaciones de dar bordado charro. Hay menos gente haciendo trajes charros. Como nuestra indumentaria se deteriore no sabemos bordar, también es verdad, que hay sitios en los que dan clases, hubo una temporada en la que todas las asociaciones de vecinos tenían talleres de bordado”.
Así se preparan las charras
La paciencia en esta labor es la clave, al menos dos horas se necesitan para ir perfectamente preparada y que no falte ningún detalle por pulir. Resaltando la obviedad,de que las tres se tienen que ayudar mutuamente porque vestirse solas, sería misión imposible.
En esta ocasión, tienen también unas manos extras que son las de la madre de Carmen, que como se ha comentado anteriormente, ella fue la que se encargó de hacer el traje a su hija por lo que conoce a la perfección todos los entresijos de los mismos.
Para comenzar esta meticulosa labor, hay que poner una camisa sencilla y sin bordados para no aumentar el volumen de las mangas, para así adaptar bien la jubona que cubre el busto de la mujer ajustando el talle como con una especie de cordón y está rematado por una puntilla y se cierra con botones de filigrana charra.
Continuamos por los pies, las charras se han puesto las medias blancas caladas y los zapatos de terciopelo bordados y con el peinado ya acabado, el cual tiene que ir con la raya al medio y bastante tirantez para colocar los postizos, que son rodetes de trenza sujetos con horquillones a ambos lados de la cabeza. Cuando ya están colocados, se sujetan aún más con horquillas de plata.
Prosiguiendo hacia atrás se colocan unas pequeñas horquillas que tendrán que quedar ocultas al sujetar el moño, donde se anudarán las cintas bordadas que caen por detrás, mas conocidas con el nombre de ‘siguemepollo’. La parte de la cabeza ya quedaría lista con los pendientes. De esta forma estarían ya con la camisa, peinadas y casi calzadas.
El siguiente paso, es ponerse la saya confeccionada generalmente en tonos claros, para que comience la rigidez del vestido, ajustándola lo máximo posible a través de las cintas a la cintura. La colocación de la jubona, que suele ir con los puños bordados con sedas de colores y rematados con una puntilla para así dar un pequeño detalle al puño.
Las charras continúan con el manteo de abajo, como una falda de paño fuerte bordada en tonos claros. Cuando se colocan el manteo de arriba bordado con sedas de colores y lentejuelas, las charras tienen ya la rigidez final donde después se añadirán adornos. Quedando libre eso si, la parte delantera que se cubrirá con un mandil.
Las tres ya se encuentran con el atuendo completo de cintura para abajo y se han sujetado la faltriquera (bolsa pequeña) poco visible para después colocar el mandil rematado con un faralar de seda.
En la parte del busto sobre la jubona, las charras se ponen el pañuelo de hombros y cae por detrás en forma de pico y sobre esto viene el dengue proporcionando la rigidez definitiva. Por la espalda cubre solamente los hombros, dejando en medio los remates en pico.
Continúan adornándose con multitud de collares en este caso, uno que va sujeto al cuello con una gargantilla de tres o cuatro vueltas y suele llevar un corazón de filigrana, después varios de ellos cruzados, con las cruces esmaltadas y luego uno más grande de bola de filigrana charra. Como curiosidad, antiguamente se decía que por su número y calidad distinguían la cuna de la charra.
Para ir concluyendo, sobre el tocado aparece el pañuelo de la cabeza que suele ser de tul o de seda fina y el cual se sujeta al recogido central con unos agujones de filigrana de oro.
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