Vuelves a Salamanca después de un tiempo largo sin verte. ¿Qué vamos a poder ver?
Pasó mucho tiempo de la última vez. Con todo lo que yo toqué en Salamanca, en la última etapa no fui lo suficiente. Son circunstancias que no tienen que ver con nada personal, sino que tiene que ver con las opciones que uno tiene, de promotores y contratos.
Cuando pensé en el concierto de Salamanca, lo primero que pensé fue en hacer balance de lo anterior, porque cuando visito una ciudad una o dos veces al año, voy más al día, pero aquí hace falta hacer recuento. Por eso voy a hacer un concierto un poco más amplio, no tan basado en el último disco. La ocasión y el formato de la Plaza Mayor, con un escenario abierto para todos los públicos lo ameritan, tiene más sentido hacer un repertorio más amplio y representativo de mi carrera.
Estudiaste Turismo en Salamanca, ¿cómo recuerdas tu paso por la ciudad?
Estuve tres años en Salamanca hasta que dejé los estudios para dedicarme a la música profesionalmente. Tengo muy buenos recuerdos de Salamanca. Allí compuse las canciones más importantes de la época de Deluxe.
Cuando nos contrataron para las fiestas me puse muy contento porque pasé por esas calles y viví allí tres años. Es un sitio especial, no es un lugar más. De hecho, en el videoclip de ‘Tierra’ hay un momento que paso por Salamanca y se ve claramente la ciudad, es un homenaje a los lugares importantes en mi carrera.
Cuando preparaba el repertorio para este concierto añadí la canción ‘Que no’, que la compuse en el 2001 en un piso que tenía en la Gran Vía de Salamanca. Aunque es una canción que no estaba tocando y el público no se sabía, la preparamos para el concierto de Ferrol para poder tocarla en Salamanca. Hasta ese punto me condiciona tocar en Salamanca, es un sitio especial para mí.
Quizá haya pocos sitios más bonitos para tocar que la Plaza Mayor. Esta vez, además, te podremos ver con Sidecars
Maravilloso, porque son colegas. Además, su teclista, Sergio Valdeíta, estuvo tocando conmigo la gira pasada. Nos veréis bailando en el lateral del escenario (risas).
¿Qué ha sido para ti ‘Sueños y pan’? ¿La vuelta a casa, el fin de una etapa…?
Un poco sí porque después de tantos años viviendo en América Latina, en ‘Paramales’, aunque grabé en España, había canciones que había compuesto en América. Por eso siento que ‘Sueños y Pan’ es el primer disco hecho aquí, básicamente en Madrid.
Es un disco mucho más de asentamiento en esa vuelta. Cuando uno vuelve, lo hace con todas las cosas en la mochila y aparecen de alguna manera en el disco. Habla del regreso, de la vuelta, de cierto reposo después de tantas experiencias, viajes y aventuras. Uno necesita descansar y tomar conciencia de todo lo que has vivido y digerirlo.
Ahora si me dices que me vaya de gira por América Latina ni me lo planteo, me apetece más tocar en España y hacer viajes más cortos y conciertos para mi público español. Es cuestión de ciclos, llegará un momento de volver a viajar y hacer algo más parecido a lo que hice.
Has viajado por toda la geografía nacional e internacional, ¿qué importancia tienen las raíces gallegas en tu trabajo?
El lugar donde uno nace y crece es fundamental. Hay algo en mi mentalidad artística, en esa idea tan aperturista, tan esponja y curiosa con el entorno que tiene mucho que ver con la idea de Galicia. Los gallegos somos una tierra de migrantes, mucho gallego volvió con la cultura de otros países, trayendo música, haciendo que fuera una mezcla de muchas cosas.
Es algo que en mi cabeza convivió muy bien, lo que traigo de origen con lo que voy descubriendo. Se inspira en búsqueda y en mi caso incorpora nuevos ritmos, versos y nuevas formas de entender la música. El hecho de cantar en gallego, viviendo ya 21 años fuera de Galicia, es una manera de viajar, de volver a ese lugar donde me crie y donde nací, pero viviendo fuera.
¿Hay política en tu música?
Hay política en todo, desde que uno se despierta por la mañana y habla con su entorno. Es imposible no ser político, es una pregunta a la que todo el mundo debería responder ‘sí’ porque hay política en todo lo que dices. Cada vez que te expresas estás planteando una manera de ver el mundo. Tiene que ver con cómo amas, cómo vives con el otro, eso es política.
Otra cosa es la política de Estado, en ese sentido no suelo ser tan explícito. Se puede entender en mis letras cómo soy o cómo pienso. Lo he hecho, pero no define mi música.
Sueles intervenir con otros músicos en canciones, ¿la música es para compartirla?
Es la única razón por la que uno hace música. No sé si para compartirla en el sentido de cantarla con alguien necesariamente, pero sí para que sea un lugar común, si cantas es para ser escuchado y para que otro reciba ese mensaje. Siempre hablamos de nosotros pero se lo estamos contando a alguien. Yo no creo el argumento de ‘yo canto para mí’. Cuando escribes esperas que alguien lo vaya a leer. Empecé a cantar y a escribir para comunicarme con el mundo y, es más, creo que lo hice para estar menos solo.
¿Componer o cantar?
Es muy difícil. Empecé siendo más músico en el sentido de lo melódico, y ahora quizás haya tomado más importancia la lírica. Pero no podría elegir, necesito las dos para vivir. Me gusta cantar los versos, solo con versos sentiría que me falta algo. Por eso canto y escribo, porque es lo que realmente quiero hacer.
Has publicado dos libros (‘El asaltante de estaciones’ y ‘Bailarás cometas bajo el mar’), ¿vienen de una necesidad de expresarte más allá de la música?
En realidad viene de un vaso que rebasa, porque escribo más de lo que canto, porque escribiendo para cantar me empiezan a sobrar los versos. Por eso empiezo a plantearme que puedo hacer algo con esos versos que no terminan siendo canción. No son versos que sobran, el hecho de que no sean canción no quiere decir que los otros sean mejores. Es algo circunstancial. Por alguna razón esos versos tienen fuerza para ser editados.
También ocurrió otra cosa, y es que escribiendo tanto los versos empezaron a mutar a algo autónomo, hubo una necesidad de darle sentido a eso que estaba escribiendo, entendiendo que iba a ser sin canción. Mi necesidad artística es mayor que la de mi estructura de trabajo y los discos se me quedan cortos para expresar todo lo que quiero. Escribo como forma de vida, como necesidad personal para comunicarme con mi entorno.
¿Qué es lo que siempre has querido hacer musicalmente hablando?
He hecho bastantes cosas de las que me he propuesto, estoy bastante satisfecho. Pero siempre quedan cosas. Voy a decir tres cosas: por ejemplo, tengo pendiente trabajar con instrumentos clásicos, hacer algo con cuerdas, con una orquesta. Otra cosa sería hacer un disco con una orquesta de salsa, y otra un disco folclórico con instrumentos de toda España, fundamentalmente de Galicia pero mezclando, por qué no, con un pandero de Salamanca. Podría seguir, ideas no me faltan, pero lo que falta es tiempo.
Algunas de las que he conseguido son ‘La caravana Americana’, que es un proyecto que se me ocurrió viajando por América Latina y derivó en tres conciertos en España y un documental que nunca salió y que está esperando a tener su lugar. Eso fue algo muy bonito, me traje unos treinta músicos de América Latina y tocamos un repertorio muy amplio. Fue una experiencia tremenda que nunca olvidaré, un sueño cumplido.
También he podido colaborar con muchos contemporáneos, con artistas que admiro, tocar en festivales delante de mucha gente o en sitios pequeñitos delante de poca gente. Pero vivir de la música sería ese gran un sueño cumplido. Es algo con lo que no contaba y que se pudo dar.
Después de un verano de conciertos, ¿qué viene ahora? ¿Nuevos proyectos?
Todavía queda mucho ‘Sueños y pan’ porque salió a finales del año pasado, y si algo he aprendido con el tiempo es a no matar a los discos antes de tiempo. Antes era un cagaprisas y en cuanto sacaba un disco ya estaba pensando en el siguiente, ahogaba mis propios discos. Sacaba uno por año y a la gente no le daba tiempo a digerirlo. En los últimos discos como Xoel López me propuse tener dos o tres años entre medias. Quiero darle cada tiempo que se merece a cada disco. Ya pienso en canciones nuevas, aunque me lo tomo con calma.
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