Es la envidia, sana, de amigos y conocidos. Puede decir que, entre otros deportistas, ha podido ver a las estrellas de la NBA en un mismo equipo porque vive desde hace una semana el sueño de disfrutar de unos Juegos Olímpicos desde dentro. Óscar del Pozo tiene el privilegio de ser uno de los dos únicos salmantinos que forma parte del grupo de voluntarios y de los poco más de 20 españoles que cumplen esa condición durante la fiesta olímpica en París.
Llegó a Lille el 27 de julio y allí permanecerá hasta el 10 de agosto. Forma parte del equipo de eventos y servicios en el estadio Pierre Mauroy, en la propia ciudad francesa, y su misión principal consiste, entre otras funciones, en guiar al público dentro y fuera del estadio, cosas “como ayudar a encontrar los accesos, los diferentes servicios del estadio, los asientos…”.
Sin embargo, para llegar a cumplir “el sueño” de estar en unos Juegos Olímpicos, hay que retroceder el reloj en el tiempo “casi dos años. La oportunidad surgió a partir de la empresa en la que trabajo, que al ser partner oficial nos dio la oportunidad de poder presentar nuestras candidaturas. Cuando me enteré no lo dudé”.
Un proceso por el que tuvo que pasar una serie de fases de selección, “desde pruebas de idiomas, indispensable hablar inglés o francés, pasando por test de personalidad y aptitudes, así como diferentes baterías de preguntas para ver en qué tipo de rol encajaría mejor”.
"Para ser voluntario hay que pasar diferentes procesos durante casi dos años"
Una vez en la ciudad de Lille, a una hora en tren de París, Del Pozo se hospeda en un hostel con otros voluntarios. A pesar de lo que se pueda creer, lo de voluntarios es en el sentido prácticamente estricto de la palabra, puesto que “los gastos corren a cuenta de cada persona a excepción de la comida, que hay servicio de buffet en el centro de voluntarios, así como el transporte dentro de la ciudad, ya que nos dan abonos de viaje para poder desplazarnos de manera cómoda, pero tanto el alojamiento como el viaje hasta la ciudad de destino, sale del bolsillo del voluntario. En mi caso he tenido suerte y el precio del alojamiento en Lille no estaba tan disparado como en París”.
Su función de voluntario, como ya se ha mencionado, la desarrolla en el estadio Pierre Mauroy, sede donde se disputan partidos de balonmano y baloncesto. “El primer día te dan la acreditación y junto a ella una bolsa deportiva con los uniformes, que incluye tres camisetas, dos pantalones desmontables, un chaleco-chubasquero, calcetines, gorro y un par de zapatillas. En ese sentido el kit está muy bien”.
"Los gastos corren a cargo del voluntario, salvo la comida"
No todo el mundo puede decir que ha visto jugar en directo a los mejores jugadores de la NBA en un mismo equipo, algo que “impresiona” por el ambiente que se genera a su alrededor. “Ya desde el calentamiento se nota algo diferente. Lebron James en la cancha es impresionante, pero aún me gustó más Kevin Durant”.
Además de a las estrellas de la NBA, también ha tenido “la suerte” de ver de cerca a los equipos españoles, a deportistas como Rudy, Llul, Laura Gil, Maite Cazorla… aunque le ha quedado la espinita de “ver a Rafa Nadal o a Alcaraz en París, pero estaba difícil”.
En cuanto a la mejor afición, a pesar de haber estado con muchas de diferentes países, no lo duda: “la furia española, siempre”, aunque, obviamente, también tiene que destacar a la anfitriona: “Se notaba que Francia jugaba en casa y antes, durante y después de los partidos montaban una fiesta espectacular en las gradas. La afición japonesa también me ha sorprendido, había bastantes, con mucho colorido y disfraces originales”.
Para terminar contando su experiencia en los Juegos Olímpicos de París 2024, confiesa que el trabajo no está siendo duro, físicamente hablando, “lo único, quizá, que a veces tienes que estar muchas horas de pie o si te toca fuera ha habido días de mucho calor, pero la verdad es que no es un trabajo arduo”.
"Se notaba que Francia jugaba en casa y antes, durante y después de los partidos montaban una fiesta espectacular en las gradas"
Quizá esta circunstancia le ha hecho disfrutar más de un evento deportivo sin igual, que impacta desde el primer segundo que se nota su ambiente: “Todo el despliegue organizativo alrededor de los JJOO me ha sorprendido. Sinceramente, por lo que yo he visto, hay una muy buena organización respecto al transporte público o las instalaciones. Por otro lado, también me ha impresionado el nivel de seguridad. Hay grupos de policías cada pocos metros en cada rincón de la ciudad y está también el ejercito patrullando por la ciudad. En ese sentido creo que se ha trabajado mucho en esa parte”.
Por último, destaca el ambiente en Lille y París, con mucha gente de diferentes países “conviviendo. Hasta el momento no he visto ningún problema, al contrario, hermanamiento entre las diferentes aficiones. Además, las ciudades están repletas de actividades y puestos relacionados con los Juegos que le dan aún más vida”.
Y como toda experiencia no es plena sin una anécdota, Óscar cierra este reportaje desvelando una que vivió en su primera joranda: “El primer día no estaba yo muy ubicado todavía dentro del estadio y, claro, es un poco laberinto de puertas y demás, para que se sitúe el lector. Al abrir una de ellas, yo pensando que era el acceso a la sala de voluntarios, resultó ser la sala donde se organizaba toda la seguridad dentro del estadio. Aquello estaba todo lleno de cuerpos policiales, altos mandos y autoridades y yo entré allí como si nada… Imagina cuando abrí la puerta, todos se giraron de repente y me miraron; cerré rápidamente y salí de allí a toda prisa sin mirar atrás”.
Una anécdota de una experiencia sin igual que no olvidará nunca este voluntario salmantino que ha tenido el placer y la fortuna de disfrutar de unos Juegos Olímpicos desde dentro.