Llevaba Héctor García, y su cuerpo técnico, dos semanas preparando el partido frente al rival más incómodo para el Salamanca Rugby en los últimos años. Necesitaban salir del juego cerrado y lento de Arroyo para poder obtener una victoria tranquila.
Las ideas estaban claras, abrir el balón a la línea de tres cuartos y hacer correr al rival, alejando el juego de la potente y experimentada delantera arroyana. Y así fue. Superioridad en la posesión y en el territorio, que supuso el primer ensayo a los 10 minutos de Pepiño, y que se continuó en todo el primer período con tres ensayos más antes del descanso (27-0). Una primera parte en la que el conjunto local llevó la iniciativa en ataque, no cometía errores a la mano y presionaba el juego rival, que se vio desbordado.
La segunda parte comenzó como acabó la primera, con unos minutos de dominio local rematados con otro ensayo convertido. Pero a partir de ahí, la relajación charra o la intensidad del Arroyo, cambiaron el partido. Los visitantes consiguieron imponer su delantera, el juego lento y cerrado que les gusta, y dominar el partido. Ahí empezaron los nervios habituales que sufren los salmantinos ante este equipo: faltas de indisciplina, errores y expulsiones. Por suerte esta vez pudieron frenar las acometidas visitantes y éstos no pudieron estrenar el marcador. Un ensayo más y un golpe pasado a palos redondearían el resultado hasta el 44-0 final.
Claramente, el Salamanca Rugby Club fue superior en todo el partido, tras demostrar que es perfectamente capaz de controlar y decidir el ritmo de un partido, anotando y disfrutando, algo que se había intuido en partidos anteriores pero sin tanta claridad. Pero hay que mejorar, y mucho, en el aspecto mental, control de la indisciplina y del manejo de los momentos de sufrimiento. Segunda victoria de la temporada, con bonus ofensivo, que permite mantenerse al equipo en el grupo de cabeza, a sólo dos puntos de los líderes.
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