Ekaterimburgo se presentó con solo ocho jugadoras en el Pabellón de Würzburg. Torrens y Griner entre las ausentes. Pero nada pudo parar el tremendo ataque ruso, que se impuso por 67-93 ante un Perfumerías Avenida atascado en ataque y que se desquició con el criterio del trío arbitral.
El arranque de partido tuvo color azulón. Entre Copper y Katie Lou pusieron a las charras 15-9 en el marcador con acierto en el tiro. Sin embargo, ahí se frenó Avenida. Ekaterimburo endosó un duro parcial de 0-13 y se puso con ventaja. Las de Íñiguez dudaron en el intercambio de golpes y se marcharon al fin del primer cuarto con diez puntos de desventaja (17-27).
En el segundo acto se vio a un Avenida mucho más atascado. Mitad porque era incapaz de superar la defensa rusa; mitad por un arbitraje nefasto que pitó solo una falta en quince minutos a Ekaterimburgo. De hecho, la segunda falta pitada sobre las rusas se llevó una sonora ovación en Würzburg. Pero, en la cancha, Vandersloot mandaba en el tiempo del partido y las rusas se iban al descanso con veintidós puntos de renta (30-52).
Los derroteros del duelo no variaron ni un ápice tras el descanso: Vandersloot mandaba, Jones ejecutaba y las charras se perdían en un arbitraje nefasto. Ekaterimburgo llevaba tres faltas señaladas en veinticinco minutos de juego. Los árbitros, después de que Íñiguez explotaba, cambiaron el criterio. Tres faltas seguidas a Eka en tan solo un minuto. Pero Avenida ya iba treinta puntos por debajo (38-68).
Al acto final se llegó 46-73. Fueron los diez mejores minutos de las charras. Quizá porque el partido estaba decidido; quizá porque el criterio arbitral fue neutral. Jones seguía anotando prácticamente jugada sí, jugada también. Como Quigley. La diferencia es abismal: un equipo de elegidas contra un equipo terrenal. Quién sabe a un partido en el futuro.