Con diez años, Ayla Camila llegó a Salamanca junto a su madre. Las dos, de nacionalidad brasileña. Desde hace siete años vive en nuestra ciudad con su padre adoptivo y practica halterofilia. Y no es una competidora cualquiera. Ayla Camila tiene que competir fuera de concurso en los campeonatos que se presenta y eso le impide ganar medallas y que se validen sus récords. Y se siente frustrada. Después de siete años, Ayla Camila no ha obtenido el pasaporte español y no puede competir como el resto de sus compañeras y rivales.
Su padre adoptivo, Juan Pablo, fue el que le inculcó el gusanillo por la halterofilia. “En sub 15 hacía récord de España. El problema era que al no tener mi mujer el cien por cien de la custodia, se necesita la firma del padre y desde años no está localizable. Una de las opciones es la carta de Naturaleza. Si pasa un año desde que se pide y no han notificado nada, se caduca. Y eso pasará a finales de febrero. El proceso de naturalidad es eterno y dura entre cuatro y siete años”, admite Juan Pablo.
La joven Ayla Camila ha conseguido grandes marcas en categorías sub 15, sub 17 y también en edad júnior y acumula varias plusmarcas en arrancada, dos tiempos y total olímpico. Pero son marcas ‘fantasma’ puesto que no valen en competición. “Es muy duro entrenar seis días a la semana, ir a un campeonato y que no puedas pelear por las medallas”, continúa Juan Pablo.
Su padre adoptivo reconoce que Ayla Camila está desanimada: “Al último campeonato iba desmotivada pero logró buena marca. Estaba convocada para el Centro de Alto Rendimiento, con Laura García Rincón, pero para ello no tenía que pedirlo nadie más. Al pedirlo la siguiente chica, no pudo acudir. Es muy duro mentalmente porque ella tiene 17 años y no se reconoce su labor. A veces piensa en dedicarse a otra cosa y no entiende cómo se pudo nacionalizar tan rápido a Lorenzo Brown y que su situación sea tan lenta”.
La joven brasileña es una campeona sin medalla y eso hace que las personas de su alrededor estén muy orgullosas de ella. “Está en marcas olímpicas y le faltan un pequeño salto. Su entrenador Constantino Iglesias ha hecho todo lo posible pero le falta un pequeño empujón para acudir a un Centro y afianzarse como deportista”, concluye su padre adoptivo, Juan Pablo.
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