Este viernes, 14 de mayo, Movistar+ estrena su última producción. Se trata de Reyes de la Noche, serie protagonizada por Javier Gutiérrez (Campeones o Águila Roja), Miki Esparbé (Perdiendo el Norte) e Itsaso Arana (El don de Alba), ambientada en la edad de oro de la radio deportiva española de principios de los 90.
Esta serie, que por el momento consta de seis capítulos de media hora, ha sido dirigida y coproducida por el salmantino Carlos Therón, que atiende en una entrevista a SALAMANCA24HORAS para charlar de la producción y de qué ha supuesto reflejar la realidad de un periodismo que parece más que lejano.
Lo primero, enhorabuena por la serie. ¿Qué ha supuesto ser la primera producción de Movistar tras pararse todo por el COVID?
Nosotros estuvimos buscando el mejor momento para rodar. La pandemia ayudó para dejar todo muy bien preparado, porque no sabíamos qué podía pasar. El trabajo previo de los guionistas y creadores de la serie permitió dejar todo preparadito, y dio la casualidad de que fuimos a rodar entre la primera y la segunda ola.
Así, con todas las medidas de precaución, buscamos la mejor forma de hacerlo. Las jornadas no tenían parones para comer más allá de un corte de bocata rápido, estábamos al aire libre, usábamos mascarillas, teníamos medidas de higienización… Todas las medidas posibles para que no nos afectara más allá de lo normal en estos momentos.
Y lo conseguimos. El trabajo de Julio Montejo, el ayudante de dirección, fue muy importante. Y solo un miembro del equipo se contagió, y fue en una cena y pasó la cuarentena en casa, reincorporándose muy rápido. No nos afectó, de hecho. Creo que después ha habido muchos más problemas con otras series, nosotros hemos tenido suerte.
¿Cómo surgió la idea de hacer esta serie?
Adolfo (Valor) y Cristóbal (Garrido), que son los creadores de la serie, siempre están proponiéndose ideas. Adolfo había trabajado en un programa deportivo y quedó fascinado por el ambiente de la redacción de deportes, un mundo extremo y lleno de adrenalina y pasión, que es lo que tienen los periodistas deportivos. Al final, dándole vueltas, decidieron que era la mejor manera de retratar esta época de rivalidades que llegaron tan arriba y que fueron míticas.
Porque esa época es algo que se recuerda como algo que no volverá a pasar. Una rivalidad en directo, de una emisora a otra, de esa manera y fuerza que no se ha vuelto a vivir.
Aunque se diga que los personajes son ficticios, sí que parece que están inspirados en dos de los grandes protagonistas de la radio de los 90.
Está inspirado en esa época, claro. Creo que para contar una cosa bien, eso sí, tienes que acercarte a la ficción, porque puedes reflejar la realidad de manera fiel pero no puedes contar el espíritu en muchas ocasiones. Sí que los personajes se parecen, son fuentes de inspiración un montón de personajes, no solo los protagonistas, y con ellos sí se puede reflejar el espíritu.
Yo pongo el ejemplo de que la serie se parece a la realidad como la película 300 se parece a la Batalla de las Termópilas. Nosotros hemos la hemos hecho mítica y fantástica, pero el espíritu de esa época era ese.
¿Tú de quién eras? ¿De José María García o de José Ramón de la Morena?
Yo no he sido nunca muy futbolero. Ni siquiera los guionistas lo son. Me dijeron “léetelo, que te va a gustar”.
Yo escuchaba a (Carlos) Pumares, que iba después de García. Era un niño, tenía unos 12 o 13 años, y lo escuchaba a escondidas. Pero para escucharlo pues escuchaba el final de García, que a veces estiraba y Pumares entraba enfadado, que era lo que queríamos todos, era lo que nos fascinaba. Yo he aprendido mucho de cine con Pumares, y escuchaba el final de García sin saber muy bien lo que decían.
Igual muchos de los espectadores de esta serie son jóvenes que no conocen a ninguno de los dos.
Creo que hay una parte muy interesante, y es ver cómo era el periodismo antes. Cómo eran capaces y se dejaban la piel en lograr una exclusiva, antes de que hubiera móviles.
Además, hay cierta cosa anterior a esta corrección política absoluta en la que vivimos instalados, en la que se saltaban todo, una realidad que ahora nos parece impensable. Toda la chavalada podrá entender que esto era más o menos así, y que pregunten y la gente les confirme que sí, que antes las cosas se hacían así.
Se refleja un periodismo de alcohol y cigarros en las redacciones que ahora parece impensable.
Hay una frase que dice que el periodismo se acabó cuando se dejaron de llevar botellas a la redacción. Se convirtió en algo correcto y descafeinado. Estamos viviendo un momento en el que el periodismo se está reinventando, y reconectar con esto a la gente le va a parecer, al menos, interesante. No sé si nostálgico, pero sí interesante.
Porque ese periodismo era pasión, dejarse la piel por cada exclusiva. Vivían por y para eso, y en el primer capítulo por ejemplo mostramos cómo al terminar el programa, de madrugada, se iban a un restaurante cerrado y que les abrían solo para ellos a comer carne.
La documentación que han hecho los guionistas muestra que las pocas parejas que había en ese mundo solo eran de parejas periodistas, porque nadie más entendía lo de acostarse a las cinco de la mañana y levantarse al mediodía, y después estar toda la tarde en la redacción buscando la exclusiva y trabajando. La pasión del periodista de hoy en día por transmitir es diferente.
Da la casualidad que la serie justo va a salir ahora, que José Ramón de la Morena se retira, poniendo punto y final a la historia de la radio.
No tenemos nada que ver con eso (risas). Da la casualidad que ha pasado y nos ha parecido curioso que teniendo una retrospectiva de 30 años atrás, de repente ver que, de alguna manera, pone colofón a su carrera uno de los personajes más importantes de esta red.
También las radios son inventadas… pero sale una terraza ‘mítica’ entre los que amamos y conocemos el periodismo y se habla de una radio de curas.
Claro, es lo que te decía, cogiendo elementos de la realidad hemos establecido nuestro propio mundo. Era más interesante tener nuestra propia ‘Radio 9’ que usar el referente real, utilizar al Cóndor como sustituto del personaje real. Hemos conseguido algo interesante, que es la reinterpretación.
Es como en Amadeus. Mozart y Salieri nunca estuvieron enfrentados, pero cuando la ves esa ficción es algo que te ayuda a entender la genialidad de uno y la época y las presiones. Todo es más fácil contarlo en la ficción, y hemos establecidos nuevas radios y emisoras pero inspirados en elementos reales para contar una historia que transmite el espíritu de una época.
Ya hablando de la serie, si bien entre los dos protagonistas hay una relación, a priori, buena, ya vemos como desde un principio hay ciertos celos por dar la mejor información.
Sí, la serie va de egos, de quién es el mejor, el número 1. Es una serie de ego, ambición, ética y tabaco (risas).
Hay problemas éticos, de saltarse barreras que se saben que no son del todo correctas. Se cuenta la evolución de Jota (Jota Montes, personaje interpretado por Miki Esparbé), de haberse criado a la sombra de un grande que es pura personalidad, como el Cóndor (Paco Maldonado, personaje de Javier Gutiérrez).
Jota tiene que entender que para llegar a ese nivel tiene que dejarse muchos peajes y convivir con decisiones que no van a ser fáciles.
¿Somos muy egocéntricos los periodistas?
Hay una parte en la radio en concreto que es difícil de gestionar. Lo entiendes cuando vas a un programa matutino y ves que el que lo lleva es el director, el protagonista y el guionista, que abre el micro y sabe que loe está escuchando toda España. Evidentemente, hay que tener un ego muy bien amueblado para enfrentarte a ello cada mañana y hacerlo con suficiencia.
La parte negativa es que cualquiera que haga eso todas las mañanas, tardes y noches se siente con un poder que no es el mismo que puede tener cualquiera que está en su casa escuchándolo. Pero este ego es una parte inherente a la profesión, es necesario porque si no, no puedes hacer una entrevista al presidente del Gobierno y ponerle en un brete, ponerte en la posición de toda España y hacer de portavoz.
De hecho, hay una frase en la serie que dice el Cóndor que es “me limito a expresar lo que dicen los españoles”. Que no es así, pero es lo que él cree.
Se trata también el dilema entre dignidad periodística y audiencia que tan de moda está.
Sí, cuando tratamos la serie, aunque no somos ni futboleros ni guionistas, sí que estamos en un mundo audiovisual que está lleno de estas cosas, de peleas y de egos. Elementos que todos conocemos bien y que queríamos transmitir de alguna manera, la presión por la audiencia y por ser el número uno. La cuestión es que dónde pones el límite.
De una relación buena se pasa al enfrentamiento directo, con incluso planos de western.
Establecimos una hoja de ruta de la evolución de los personajes en cada momento. Grabamos todo a la vez, y teníamos siempre muy claro en qué momento de la relación y de la evolución estábamos. Hay cosas con las que se ve más claro.
Por ejemplo, Jota empieza la serie en un momento más infantil, más aniñado y juvenil. Es un chico, vamos. Y cuando termina es un hombre al que le ha pasado por encima un camión que es la vida. Pero hay un proceso, que se refleja en cómo va vestido, y hay un capítulo en concreto donde se va oscureciendo, y es más serio.
En esa hoja de ruta teníamos marcado en qué punto estábamos de la evolución, y hemos conseguido, de manera gradual, sin cambios bruscos, una serie que visualmente es narrativa. También la cámara va cambiando y de algo más luminoso, de cine parecido al de los 80, post-Spielberg, se pasa a la socarronería de los 90, más de los Cohen.
¿Va a haber segunda temporada? Porque todo apunta a ello. ¿Hay varias temporadas firmadas?
No tengo ni idea de cuántas temporadas están firmadas. Eso es cosa de la productora. Ahora tenemos que presentarla, ver si funciona, y Movistar es la que decide qué pasa con la serie.
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