La Sala de Exposiciones de Santo Domingo de la Cruz acoge, desde hoy, una nueva muestra del escultor salmantino Venancio Blanco, que lleva por título ‘Sentirse Crecer’. “Lo bonito de la vida es sentirte crecer, y la prueba la tienes en la Naturaleza", afirmaba el artista. Se trata de la décima exposición de la colección de Venancio que la ciudad alberga de forma permanente.
La muestra incluye más de un centenar de obras, entre esculturas, dibujos, grabados, pinturas, cerámica y un mosaico, que dan cuenta del interés que despertaba en todo momento la naturaleza en el artista salmantino.
García Carbayo ha señalado que esta exposición demuestra, una vez más, que Venancio Blanco fue un artista y una fuente inagotable. Un maestro formidable, excepcional e inigualable que todas las salmantinas y salmantinos recuerdan con admiración y cariño. Con esta muestra, -como ha asegurado el primer edil-, se alcanza una nueva oportunidad para maravillarnos y disfrutar de la obra y el legado de uno de los grandes creadores de nuestro tiempo. Con esta muestra, -ha añadido-, se fortalece también la puesta en valor de una riqueza cultural que encarna en la filosofía de Salamanca como Ciudad de Cultura.
Tal como manifiesta el hijo del escultor, “Venancio Blanco reconocía en la Naturaleza la gran lección que nos da el Creador. En ella encontraba todas las respuestas, que incidían en su imaginario plástico. Se entiende así que expresara cómo un árbol representa la mejor enseñanza para un escultor. Paseando un día de otoño por el campo charro que le vio nacer, parándose a dibujar unas encinas secas que poblaban aquella dehesa, nos decía emocionado que ese lugar podría ser el mejor museo de escultura contemporánea.
Verdaderamente era un privilegiado. Se detenía ante lo grande y lo pequeño, ante un motivo u otro, que captaba la atención de su mirada o de su oído, de las caricias de sus manos, porque allí latía una grandeza que él sabía descubrir, aunque no fuera evidente. Y gozaba entonces, y yo con él, atravesando un paisaje de Castilla –“¡qué luz tan bonita!”, le escuché muchas veces -, atento al canto de unos mirlos o fijándose en los brotes de un rosal”.
Como expresa Juan Francisco Blanco, Director del Instituto de las Identidades de la Diputación de Salamanca y patrono de la Fundación Venancio Blanco, “la naturaleza es una experiencia mística en Venancio, interiorizada desde el vientre de su madre, desde su locus amoenus: la dehesa salmantina. […] Desde lo más hondo del artista nace cada una de las piezas, como un Te Deum de gratitud al Creador, hecho trazo y volumen, grafito, cera, madera, bronce... porque la obra de Venancio es esencialmente un himno de acción de gracias, solemne y coralmente grandioso como el Magnificat de Bach.
Venancio transforma su estudio en arca de Noé para poner a salvo cada día su bestiario doméstico (ovejas y cabras, palomas, caballos, gallinas y gallos, perros, vacas, loros…) y salvaje (golondrinas, perdices, búhos, avefrías, cisnes, gacelas, ciervos, leones, saltamontes, libélulas, peces, ranas, toros bravos…). Y planta su propio jardín interior de encinas, manzanos y palmeras, de frutos y flores de suerte varia. E inserta al ser humano en una conexión armónica con la
naturaleza (el vaquero o el pastor, peones eficientes de su edén; San Francisco de Asís o San Antonio de Padua, mitos de su santoral)”.
La exposición se podrá visitar hasta junio de 2020. La entrada es gratuita y el horario de visitas es de martes a viernes, de 17’00 a 21’00 horas; sábados, domingos y festivos, de 12’00 a 14’00 h y de 17’00 a 21’00 horas.
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