Cultura

Ismael Serrano: "Estamos un poco huérfanos de referentes, quizás de lo que se trata ahora es de construir unos nuevos"

Ismael Serrano vuelve a Salamanca este sábado, 16 de marzo, para presentar en el Palacio de Congresos su disco Todavía, en una gira en la que regresa al pasado, a actuar solo acompañado de una guitarra, como cuando compuso Atrapados en Azul

Ismael Serrano

Vuelve de gira y tras Hoy es siempre, en la que le acompañaba una gran banda, llega Todavía, que es una gira en acústico, más introspectiva. ¿No es como volver a hace más de 20 años, a cuando sólo estaba el joven Ismael y la guitarra, componiendo Atrapados en azul?

Esa es la idea. Después de la gira anterior, que era casi un musical y contaba con una puesta en escena mucho más grande, consideré que tenía pendiente grabar un disco únicamente a guitarra y voz y me puse a ello. Fue como hacer recapitulación para volver al principio de todo. Así que, más que la grabación de un disco, me reuní en la localidad de Tigre, en el delta del Paraná, cerca de Buenos Aires, con un grupo de buenos amigos y salió el disco y lo que ahora es la gira. Se trata de una forma de hacer balance desde el punto de vista emocional de todo lo que he vivido y de incluir un puñado de canciones que hacía tiempo que no cantaba.

Está más expuesto un cantante solo en el escenario, sin banda detrás que le arrope, ¿no?

Claro. Uno está mucho más expuesto así que parapetado o arropado junto a una serie de músicos, pero lo que sucede con el público también es más íntimo. Tenía ganas de ponerme a prueba.

¿En qué ha cambiado Ismael Serrano en estas dos décadas?

Ha pasado el tiempo, eso es evidente, pero hay muchas cosas que no han cambiado tanto. Me siguen moviendo los mismos principios y valores. Me siguen motivando muchas de las mismas cosas, por eso se llama Todavía. Ha cambiado, por ejemplo, la arrogancia de hace veinte años. Con el tiempo uno se vuelve más permeable. La industria ya no es un territorio hostil y, con el paso del tiempo, he podido sentirme más seguro y más flexible para sumar sonidos e influencias. Creo que soy menos solemne pero conservo la esencia. Es una evolución natural.

¿Siente un poco de vértigo al echar la vista atrás y ver hasta dónde ha llegado?

Me siento afortunado porque he podido vivir de esto. La vigencia de la música es frágil y a veces te acuestas pensando en que el mañana es incierto. Además, esto de la canción de autor no es lo más radiado ni tiene a todas las plataformas de difusión que a uno le gustaría. Creo que estar veinte años en esto es un milagro y me considero un tipo con suerte. He podido cantar con grandes ídolos como Mercedes Sosa, Serrat o Aute; y he ido conociendo a otros grandes artistas. Me sigue emocionando subir al escenario.

“Hoy es siempre todavía, toda la vida es ahora”. ¿Por qué ha vuelto a elegir a Machado, como ya hiciera en aquel memorable directo que fue Principio de Incertidumbre?

Machado es una referencia para tratar el paso del tiempo. “Estos días azueles y este sol de la infancia”, ese fue su último verso y creo que su búsqueda y su recuerdo también aúna elementos que yo utilizo. También busco y escribo situaciones que me anclen y me ayuden a combatir la fugacidad de las cosas. Me gustan las referencias de Machado a hacer balance porque creo que es hora de ello como cantante y de rescatar algunos elementos que fueron quedando por el camino y que, hoy por hoy, me siguen definiendo.

Debe de ser un reto condensar más de veinte años de canciones en un concierto. ¿Cómo elabora el repertorio?

Es la parte que más me cuesta. A la hora de echar la vista atrás me di cuenta de que había canciones que llegaron a ser singles y que no volví a interpretar mucho en directo, y que merecían un espacio. También, otras que no son de mi autoría pero que he querido rescatar porque fueron importantes en mi vida.

¿Hay alguna canción que hayas vuelto a interpretar en los conciertos después de mucho tiempo?

Está Podría ser, que era una canción que hablaba del problema del desempleo, porque antes el trabajo te rescataba de la pobreza. Pero ahora es posible que no, porque se tienen trabajos precarios que siguen manteniendo pobre a la gente. También está Al bando vencido, una canción que escribí cuando mis abuelos aún vivían y que rescato ahora que se trata de que podamos hablar del pasado sin sentir vergüenza.

Marwan, Luis Ramiro, Rozalén y muchos más han seguido la estela de Ismael Serrano. Parece que lo de ser cantautor tiene futuro, ¿no?

Siempre va a haber alguien que agarre la guitarra y narre la crónica sentimental de lo que pasa. Evolucionarán de una forma o de otra, pero es una gran tradición, yo también seguí la estela.

Y eso que han desaparecido totalmente de la televisión y la radio. Pero tú sigues llenando auditorios en España y América Latina. ¿Es un tipo con suerte?

No lo sé, ni creo que nadie lo sepa. Trato de ser fiel a uno mismo cuando alguien me demuestra fidelidad. Yo no estaré a la vanguardia de la experimentación musical, pero trato de crecer a la hora de escribir, siempre siendo fiel a mi forma de entender este oficio y a mi compromiso con la realidad.

¿Guarda recuerdos de alguna visita anterior a Salamanca, ya sea a cantar o en otra circunstancia?

Con mi primer disco hice una gira por centros universitarios, colegios mayores y demás y recuerdo que, uno de ellos, me llevó en el 98 a Salamanca. Desde entonces no hemos dejado de venir.

Y pocos días después de Salamanca cruza el charco y regresa a Argentina. ¿En qué porcentaje sigue siendo español Ismael Serrano y en cuánto se ha convertido en un argentino más?

Mi casa sigue estando aquí, porque mi casa está donde vive mi hija, que tiene cinco años, es madrileña y “vosea” como una argentina. Vamos, que intercambia el vos con el tú. Mis mejores amigos están allí y mi corazón también, porque en Argentina he podido vivir momentos maravillosos. He sido feliz, he llorado y reído. Es cierto que me siento medio argentino.

Está la política española ahora mismo para escribir una nueva Tierna y Dulce historia de amor, ¿no?

Está muy convulsa. Por un lado, vivimos un retroceso en cuanto a las libertades y derechos muy preocupante. Por otro, nos encontramos en un ascensor social que no deja de descender pisos. Nuestros hijos van a vivir una situación peor que la que vivieron sus padres, y será la primera vez. Salarios, sanidad, educación… incluso no sabemos si vamos a tener pensiones. El estado del bienestar está siendo cuestionado y en este momento de crisis de identidad han aparecido actitudes políticas que incluso hace años eran reprobables. Actitudes que son abiertamente fascistas y que partidos tradiciones están normalizando. Hablo de cuestiones que tienen que ver con el miedo, con la discriminación y con la exclusión que, considero, son totalmente irresponsables.

¿Tiene miedo del futuro más cercano que puedan deparar las próximas elecciones?

No ya sólo por las próximas elecciones. Por el futuro en general, ya que es un fenómeno global. Mira lo que pasa en Brasil y el América Latina, o la crisis de Venezuela, en la que se están aprovechando para llevarse su parte. La perspectiva no es la mejor.

¿Qué referentes nos quedan, entonces?

Quizás de lo que se trate es de construir unos nuevos, porque estamos un poco huérfanos de referentes generacionales. Hemos crecido en el desconcierto en ese sentido. Papá cuéntame otra vez hablaba del reproche a la generación anterior, pero nosotros no hemos sido capaces de crear un discurso y un relato propio con letras mayúsculas. Quizás, por rescatar algo positivo, creo que hay una nueva generación que viene pisando fuerte y que está buscando nuevos códigos y relatos. Que se siente interpelada por la realidad y que está conformando movimientos políticos, sociales y culturales que es posible que puedan allanarnos el camino, pero que no se construyen de la noche a la mañana.

Por lo que dice, entonces, los jóvenes se interesan más por la política que hace veinte años, cuando escuchaban canciones como México Insurgente o Ya Ves

Creo que sí, que hablan más de política que antes. El 15-M, aunque ahora se ha apagado un poco la llama, supuso que la política saltara a las plazas y a las charlas de amigos, a las sobremesas y a los bares.

¿Qué le explicará a su hija, en unos años, por lo tanto, cuando le pida que le cuente otra vez?

Le contaré que uno no se rindió, que no dio por perdida la batalla, que es lo más importante. 

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