Hace dos mil quinientos días, Rodrigo Cortés se embarcó en un nuevo proyecto o "plan imposible que procura logros inesperados en el camino". Todo empezó cuando, en casa de la viuda de Antonio Mingote, Isabel Vigiola, se encontró con la edición "más cuidada y completa" de 'El diccionario del diablo', una recopilación satírica de definiciones creadas por Ambrose Bierce. Su anfitriona no dudó en regalarle el libro y, a partir de ese momento, el escritor y director salamantino se puso a juguetear con las palabras. Así nació 'Verbolario', una sección diaria en ABC que ha ido creciendo hasta convertirse también en un libro que hace confesar a cada voz su auténtico propósito.
Con motivo de la presentación de 'Verbolario' en Salamanca, hemos desafiado al frío charro y nos hemos reunido con Rodrigo Cortés en una terraza de la Plaza Mayor para ahondar en esta creación, cuya "gracia está en el diálogo entre lo que el lector cree que significan las palabras y lo que de verdad significan" y que recomienda a "cualquiera dispuesto a pagar por ella". También ha habido tiempo para hablar de otras cuestiones: de los vocablos salmantinos al periodismo, pasando por el cine y los nuevos y posibles proyectos del autor, que sigue haciendo gala de su gran sentido del humor.
- ¿El origen de 'Verbolario' reside entonces en 'El diccionario del diablo'?
- No sé tanto si el origen como la excusa de arranque. Leí ‘El diccionario del diablo’ hace muchos años. Está considerado la cima de la literatura satírica. Fue en una visita a la viuda de Mingote, que descubrí que tiene una edición maravillosa de ‘El diccionario del diablo’ muy difícil de encontrar y, cuando se lo hice saber, ni cortaba ni perezosa me lo regaló después del toma y daca habitual cuando uno trata de pagar la cena. Y jugueteando con algunos términos me encontré arrancando este proyecto y plantando la semilla de lo que sería esta aventura que nació hace más de siete años, pero no tratando de remedar el diccionario de Bierce, sino como si en ese momento hubiera cristalizado una obsesión personal con el juego de las palabras que llevo practicando mucho tiempo.
- ¿A qué responde la selección de unas u otras palabras?
- A nada en realidad. No trato de que me definan ni que resulten definitivas en ningún sentido. Me vale tanto ‘eternidad’ como ‘culo’. De hecho, inicialmente miraba alrededor y elegía las voces. Si hubiera estado sentado en la Plaza Mayor de Salamanca, hubiera anotado ‘silla’, ‘mesa’, ‘servilleta, ‘arco’, ‘ventana’, ‘reloj’, ‘ayuntamiento’… y una vez elegidas veinte o treinta, habría empezado a juguetear con ellas. Claro, los objetos de la habitación se te acaban, te tienes que cambiar de habitación y cuando ya se te acaban las habitaciones, puedes mudarte o puedes poner la radio, que es lo que hacía yo. Y de cualquier discurso arbitrario, iba extrayendo voces potencialmente jugonas, que me parecían que podían dar juego, en definitiva. Así pues, no se trata de definirte a través de ella, sino de encontrar excusas para ver dónde te rebotan.
- ‘Verbolario’ continúa siendo una sección diaria en el diario ABC. ¿Te planteas publicar una segunda parte o una versión más extendida en el futuro?
- Quizá una versión más extendida dentro de años. No una segunda parte, no creo que tuviera mucho sentido sacar un ‘Verbolario 2’, nuevamente de la A a la Z. Al fin y al cabo es un diccionario, aunque sea un diccionario de apócrifo, un diccionario de autor. Sí tendría sentido cuando hubiera, por ejemplo, otras 2.000 palabras, hacer una edición actualizada dentro de un tiempo, no ahora. No en la segunda o tercera edición, porque sería una forma de que menospreciar al comprador de la primera edición que además es el más rápido y leal. Tendría sentido dentro de tres años hacer una actualizada con 4.000 términos en lugar de 2.500, por ejemplo.
- Llama la atención que las palabras positivas las definas negativamente y viceversa. Por ejemplo, felicidad es "estado de plenitud que acaba al despertar" y fracaso, "logro aplazado". ¿Las palabras son engañosas?
- Los engañosos somos nosotros y a menudo el lenguaje o el uso que hacemos de él, entre otras cosas, porque gran parte de nuestro manejo del lenguaje es eufemístico o irónico o directamente hipócrita. La ironía, al fin y al cabo, es decir algo expresando exactamente lo contrario y uno, cuando trata de acceder al significado oculto o al secreto de las palabras, descubre que muchas veces es el contrario al oficial.
- No sé si te puedo decir un par de palabras vinculadas a Salamanca para que les improvises una nueva definición...
- Eso es mucho borrajo. El trabajo de 'Verbolario', en realidad, tiene mucho que ver con el pico y pala. Hay una primera reacción muy instintiva, de fogonazo, muy parecido al instinto cómico, pero después hay un trabajo de pulido y de trabajado casi cercano a la poesía. Y esa es una de las razones por las que no mando una palabra al día, ni siquiera siete la semana, sino que siempre tengo setenta u ochenta en diferentes estados de conformación y solo cuando siento que una ha pasado todos los controles de calidad y está en buen estado de forma la envío. Eso no sucedería en una improvisación. Ahora si me quieres decir palabras salmantinas, yo te comparto las mías, porque tengo mi tengo mi propio catálogo. De todas las palabras propias del salmantino, y con todos nuestros giros, ‘candar’ me parece bellísima, sin duda. Otras suenan a localismos que conocemos nosotros, pero ‘candar’ debería exportarse, porque además no tiene equivalente que no esté lleno de sílabas y palabras. Es al fin y al cabo cerrar con llave, no hay ningún sitio que pueda decir con solo dos sílabas y tan sonoras algo tan elemental como cerrar con llave una puerta.
- ¿Hay algún rincón de Salamanca que sea un paraíso o "lugar o espacio bastante ameno"?
- No sé si hay paraísos en Salamanca. No sé si los hay en ninguna parte, por otro lado. No diría que es una ciudad llena de paraísos, aunque es una ciudad hecha de frío y piedra. Y esa es su característica principal y de ahí exuda su carácter. Luego hay lugares hermosísimos, eso sí, a los que mirar, pero algo que se parezca a un edén en Salamanca… yo diría que no es su vibración principal. Ahora bien, si te sientas en el centro de la plaza Anaya, te va a dar igual hacia dónde mires que vas a ver algo interesante.
- Los periodistas no salimos muy bien parados en las definiciones de ‘Verbolario’. Periodismo, por ejemplo, "es el arte de contar lo que ha pasado como si de verdad hubiera pasado para que parezca que ha pasado". ¿Qué opinas de cómo se está ejerciendo la profesión en la actualidad?
- No se ejerce demasiado la profesión en la actualidad. Bastante tiene el periodista general con sobrevivir e intentar llegar a fin de mes tratando de cubrir, antes de las 13:00 horas, la rueda de prensa del secretario del alcalde, la feria del barro, el poeta local y la visita del cantante que canta esta noche por las ferias, eso en la prensa local, y en la nacional no están mucho mejor. En general, es un oficio en el que la gente está más bien infrapagada y casi nada permite algo tan elemental como la investigación. Cada vez que alguien habla de periodismo de investigación, como mucho te encuentras con periodismo de filtración y es que alguien la ha convenido decirle algo a alguien para que lo publique. Es una profesión muy necesaria, indiscutiblemente, y no es una buena noticia que esté tan devaluada, pero esa es la realidad del medio ahora mismo, creo.
"Solo me interesa algo si me da cierto miedo, si no estoy seguro de ser capaz de salir con vida de ello o si no estoy convencido de que vaya a saber hacerlo"
- Defines escribir como "pensar arriesgando" y no se me ocurre un significado mejor en tu caso. Recientemente, has saltado del realismo mágico de 'Los años extraordinarios' al diccionario poético de 'Verbolario'. ¿Se podría decir que huyes de lo convencional?
- Sí, pero no de forma particularmente consciente. No es una bandera. No trato de subirme a un taburete para decir que no soy convencional, sino que trato de darme mucha libertad cuando creo y lo cual empieza por asumir la responsabilidad de las consecuencias que acarrea hacer algo como crees que debe ser hecho. Y, cuando me doy libertad, pasan estas cosas. En general, sucede también que solo me interesa algo si me da cierto miedo, si no estoy seguro de ser capaz de salir con vida de ello o si no estoy convencido de que vaya a saber hacerlo, que es lo único que te da la oportunidad de, con suerte, salir un poco más listo de lo que entras de los sitios.
- Eres director, guionista, productor, escritor... ¿en qué faceta te sientes más cómodo?
- No me siento cómodo en ninguna, entre otras cosas porque no creo que la comodidad sea algo particularmente deseable. De hecho, si buscáramos ‘comodidad’ en ‘Verbolario’, tiene tres acepciones: 1. Causa y garante de toda debilidad. // 2. Estado placentero del ánimo que preludia el ataque del enemigo. // 3. Sensación que en algún momento empezó a confundirse con la felicidad. En ninguna me siento particularmente cómodo, por tanto, porque además no busco esa comodidad. Más bien busco cierta inestabilidad que suele ser más fértil para la creación, pero no soy capaz de prescindir de pluma o cámara. En mi caso, no hay cámaras sin pluma ni pluma sin cámara. Amo el lenguaje cinematográfico, amo el lenguaje literario, pero no los confundo.
- Como vivir es "salir de una para meterse en otra", ¿te vas a embarcar próximamente en algún nuevo proyecto?
- Sí, ¿te imaginas que no y te anuncio mi retirada definitiva? (risas). Estoy subiendo una de esas montañas que algunos llaman película y, si todo va bien. lo próximo será película. Y si me preguntas, ¿me podrías contar algo más sobre ella? Te diré que no. De los proyectos solo merece la pena hablar cuando dejan de serlo.
- ¿Tienes en mente hacer alguna serie o "libro del que no lee"?
-
Sí, si tuviera control total sobre todos sus episodios. No tengo ningún problema con una serie en sí. Es una historia audiovisual que sucede en un rectángulo. Sucede que últimamente se ha convertido efectivamente en el “libro del que no lee”. Quien leía unas páginas antes de caer dormido, ahora se ve medio capítulo y le exige algo parecido a lo que le exige según qué libros, que es saber un poco más de lo que le pasa a este señor hoy, sea la familia de los de ‘Succession’, sea el sheriff de ‘The Walking Dead’ o lo que quieras, eso se parece mucho a leer un poquito más de lo que le pasa hoy a Frodo, por ejemplo. Es cierto también que no es el mejor lugar últimamente para ejercer la posición de autor, por decirlo de algún modo. Se habla constantemente de original y el nombre de la plataforma, cuando nadie ha ido jamás al cine a ver ‘El padrino’ porque sea un Original Paramount, pero con control creativo sí lo haría si fuera una miniserie, una serie que comenzara y acabara, y desde luego nunca el capítulo 3 de la tercera temporada de no sé qué.
- Los todopoderosos también habéis publicado recientemente 'Con mi peli no te metas'. ¿Qué film sería un placer culpable para ti?
- Ninguna es un placer culpable, pero, por ejemplo, 'El gran marciano' la recomiendo mucho siempre, con la primera generación de 'Gran Hermano' descubriendo teóricamente la llegada de vida extraterrestre a la Tierra. La dirigió Antonio Hernández, director casi local, creo que nació en Peñaranda. Y es una película que recomiendo mucho porque me parece estupenda y divertidísima, pero sin ninguna culpabilidad. O 'El cazador de sueños', que es una película considerada de forma casi unánime como un desastre y me parece estupenda y loquísima. La defiendo con frecuencia. pero siempre sin culpabilidad. Si te gusta algo, ¿de qué te tienes que sentir culpable?
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