El pequeño pueblo de Bercianos de Aliste hizo una promesa allá por el siglo XVI como gratitud por haber sobrevivido a una epidemia de peste. Este viernes la gratitud ha sido al cielo, por ser benévolo con la tradición pese a que las nubes clamaban tormenta.
La Virgen Dolorosa, al descubierto, el Cristo Crucificado tapado aún con el plástico que atestiguaba las malas previsiones.
El sacerdote Pedro Faúndez regresó a Bercianos de Aliste, donde fue párroco durante unos meses, para mirar cara a cara al Cristo en el acto del sermón.
La peste volvió a estar en sus palabras, pero en este caso, la epidemia de la era digital centró sus palabras haciendo un llamamiento a la conexión humana más allá de las pantallas mientras hablaba para cientos de móviles en alto que contrastaban con ese mensaje de unión desde lo personal.
Terminado el sermón, comenzó el desprendimiento de un Cristo Crucificado que descansó en la urna.
Los pendones guiaron el camino marcado por el viento que tras la llegada al cementerio se unió a la lluvia.
Centenares de personas acompañaron a la comitiva, entre vecinos, turistas y fotógrafos que pudieron disfrutar de la pasión berciana pese al mal tiempo.
La lluvia arreció en los últimos metros obligando a acelerar el paso y a tapar a la Dolorosa. El pueblo cumplió un año más con su promesa y el cielo con los malos pronósticos respetando sin embargo la tarde de Pasión en el corazón de Aliste.
Tienes que iniciar sesión para ver los comentarios