Los médicos de Sacyl ya pueden prescribir los sistemas flash de monitorización de glucosa en aquellos pacientes con diabetes mellitus tipo 2 con un tratamiento de insulina que requiera múltiples dosis diarias o con bomba de insulina, y que necesiten realizar, al menos, seis punciones digitales al día para el control de la glucosa.
La Gerencia Regional de Salud ha incluido esta prestación en su cartera de servicios, que supondrá un desembolso de aproximadamente 1,6 millones anuales que se suman a los más de 115 millones que la Consejería de Sanidad dedica cada ejercicio para atender a la llamada ‘epidemia silenciosa’.
Se trata de un gran avance para estos pacientes, para los que hasta la fecha su único recurso eran las tiras reactivas de glucemia. Es consecuencia del acuerdo tomado hace un año en el seno del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, que marcó como fecha tope el 31 de diciembre de 2024 para que las comunidades autónomas lo incluyeran en su cartera de servicios para todos los pacientes con estas características.
La medida se implanta de manera progresiva, en función de criterios de indicación y priorización a propuesta del grupo de expertos, para que la implementación sea homogénea. Sacyl estima que el próximo año puedan beneficiarse de este sistema hasta 1.470 diabéticos tipo 2, que supondrá un desembolso de 1,6 millones, dentro del gasto previsto de 7,6 millones para otros pacientes que ya lo utilizan, como los de tipo 1. Solo en 2022 (último año completo), la Consejería destinó 6,88 millones de euros en estos dispositivos para 5.423 diabéticos tipo 1, casi el seis por ciento del presupuesto en productos sanitarios y medicamentos que invirtió para estas dolencias.
Se trata de una de las partidas de mayor valor económico, superada sólo por los 98,78 millones que costaron los medicamentos para tratar la diabetes, que consumieron el 85,62 por ciento. El gasto en tiras reactivas se elevó a 4,28 millones (3,71 por ciento), y el de bombas de infusión, a 3,35 millones.
El cronograma fijado para la fase inicial incluye a pacientes con déficit visual, limitaciones funcionales, discapacidad, dependencia o deterioro cognitivo que les limite o impida realizar punciones digitales o reconocer, expresar o actuar ante una situación de hipoglucemia; pacientes con antecedentes de hipoglucemias graves, que precisan una atención sanitaria o ayuda de una tercera persona para su resolución; así como para pacientes menores de 18 años, y mujeres gestantes o en programación de embarazo.
A lo largo de 2023, se fijó la inclusión de pacientes que sufran hipoglucemias desapercibidas o de repetición; pacientes que realicen actividades laborales de riesgo cuyas hipoglucemias puedan provocar una situación de peligro para ellos o para terceras personas, y pacientes que sufran de procesos concomitantes de alta complejidad e inestabilidad clínica que puedan dificultar su control hipoglucémico. El resto de pacientes deben incluirse en 2024.