Igual que las precipitaciones apagaron el fuego de Hoyocasero, las lluvias que caen sobre los terrenos quemados suponen efectos negativos, como pudo observarse el domingo.
Un ejemplo tuvo lugar en el arroyo El Rebollar, afluente del Alberche y que cruza San Martín del Pimpollar, una zona afectada por el incendio de Navarredonda de Gredos,que calcinó más de 500 hectáreas.
Caudales teñidos de negro por las cenizas, matan peces y hacen desaparecer otros animales. Los arrastres y la gran escorrentía que lava el suelo, arrastrando tierra y nutrientes, dificultan que aparezca nueva vegetación.