La vida de Paula Leivar, de 31 años, natural de Madrid pero cuya familia es de Medina de Pomar, ha dado un vuelco de 180 grados desde que fuera contratada en Mercadona, y es que ha visto cómo se han ido sucediendo diferentes incidentes que le ha llevado a alzar la voz en redes sociales para protestar por sus derechos y por todo el personal que trabaja en los más de 1.600 supermercados repartidos por todo el territorio español.
Para ello, según ha contado para SALAMANCA24HORAS, tenemos que remontarnos al 20 de mayo de 2024, donde realiza la entrevista para acceder a trabajar en el ‘gigante verde’ y donde la pasa sin problemas empezando a trabajar el 10 de junio de 2024. Allí continuará hasta el día de su despido, el 30 de agosto de 2024.
Durante toda esa época, en diferentes videos que también ha explicado a este medio, ha ido comentando cada una de las formas en las que desde los altos mandos de Mercadona se han llegado a poner en contacto con ella, exponiendo que en alguno de los casos "me habían llegado a pedir nombres para que rodarán cabezas”.
Durante los meses en los que Paula estuvo trabajando, hubo diferentes hechos que acaban un antes y un después en la relación laboral de ésta con la empresa. Si la joven ya estaba descontenta con la forma de trabajar y organizar que tenía la coordinadora, esto fue incrementándose poco a poco sin librarse de polémica el propio despido de la misma.
El despido y un billete de diez euros: “Fue una trampa”
El 30 de agosto de 2024 empezó siendo un día extraño para Paula, durante el tiempo de descanso, pasa los minutos de una forma totalmente normal, hasta que se va al baño por necesidades fisiológicas y empiezan a ocurrir una serie de sucesos bastante extraños según ha informado tanto para este medio como en los diferentes vídeos virales que se han realizado en Tik Tok.
Para contextualizar, ha expuesto que ella estaba sola en los vestuarios con cada una de las taquillas correspondientes, pero que se tuvo que ir rápidamente al baño y al volver encontró diez euros en el suelo. A todo esto, ellas locoge por un motivo: “He tenido que ir tan rápido que hasta se me cae el dinero”.
Ella sale de los mismos, se dirige a trabajar en su sección y a la media hora recibe la llamada del encargado, que la llama a su despacho para sorpresa de ésta. En un principio “me comunica que me está buscando la coordinadora” y éste “me lleva a la zona de las taquillas”. Todo se empieza a volver más raro aún cuando le pide que saque todo de las taquillas e incluso lo que llevaba en el bolso que “por cierto es algo totalmente ilegal” pero “como no tengo nada que ocultar, decido hacerlo”.
De él salen billetes, monedas y hasta el café que se había pedido minutos antes “y que no me pude tomar porque siempre andábamos con prisas” y que religiosamente había pagado: “Es más, primero me acusa de que no lo he pagado y le tengo que enseñar el ticket”.
Cuando el encargado ve el billete, le pide a Paula que le diga si es suyo, a lo que la joven responde que “se me ha caído en el descanso”, momento en el que el encargado le expone que según la chica que “ese billete lo he puesto yo adrede ahí y está marcado, te lo has apropiado indebidamente”. Sin miramiento por la situación, ella entona unas breves palabras: “¿Me estás acusando de robar?”.
Minutos después le dice el mismo que tiene que ir a la oficina del encargado: “En ese momento me dice que coja un folio y que escriba que me he apropiado indebidamente del billete”, algo que cambia porque después le comunican que “no eran diez sino quince euros porque uno de cinco estaba enrollado”. A todo esto, Paula le explica que no lo hará porque “es mentira”. Media hora después, vuelve a recibir otra llamada del chico para darle la carta de despido y que la firmara, algo a lo que se negó en rotundo.
En ese momento, ante la incredulidad que sentía la joven y según ha explicado: “Llama a los encargados para que firmen por mí, y los encargados firmaron eso. A todo esto, mis compañeras lo vieron desde la caja, como entraba corriendo detrás de mí, como esperaba a que yo fuera al baño, y vieron cómo salía del vestuario, cómo él entraba después, cómo yo volvía al vestuario, y cómo volvió a entrar”. Para concluir, explica que “fue una trampa”.
Todo se agrava en una localidad de unos 6.000 habitantes, donde todo se acaba comentando y donde “con el despido no puedo hacer nada, por no superar el periodo de prueba, pero tampoco me importa, pero la técnica ha manchado mi nombre, me ha llamado ladrona y es completamente erróneo”. Además, una compañera de la misma, ya el lunes, 2 de septiembre, entró al propio Mercadona comentando que “habían pillado a la ladrona”. Todo esto tras haberse robado el día que no trabajaba Paula, el sábado, 31 de agosto, 100 euros a ésta, a lo que, según ha explicado Paula: “Se quedó todo el mundo diciendo que va a ser que no, porque ella no había entrado a trabajar ese día”.
Cabe destacar, según ha informado la joven, que los hechos se encuentran denunciados a inspección de trabajo y que la única vía existente para esto la tiene “el encargado, que es el que tiene que decir la verdad pero va a mentir porque están adoctrinados y algunos tienen situaciones familiares complicadas”. Asimismo, ha destacado que depende del testimonio de esa persona porque “es una zona sin cámaras”.
Intimidaciones a la joven a través de un burofax y por redes sociales
Una vez todo parecía transcurrir con normalidad y una vez grabado los vídeos de Tik Tok que se acabaron haciendo virales, Paula Leivar recibe un mensaje el 20 de octubre por parte de una de las familiares de las personas que estaba exponiendo en el vídeo: “He estado haciendo caso omiso a tus vídeos basura de Tik Tok, hasta que me han remitido uno en el que hablas sin ningún tipo de respeto y de forma despectiva, haciendo pública una conversación privada en la que tú ni siquiera formabas parte”.
El texto, además, acaba de una forma contundente: “Espero de todo corazón que ‘reflexiones’ sobre la eliminación de dicho video, puesto que el tema ya va tomando indicios de acoso, por lo que se pueden emprender acciones legales”, ante lo que Paula, sin miramiento, responde que “no los iba a borrar porque era su verdad ya que no nombra a nadie en el vídeo”. Con respecto a la reflexiones, se hace referencia a las broncas que le caían al personal de ese Mercadona donde en vez llamarse como tal, los encargados decidían llamarlo así. Algo que explica la propia Paula Leivar en su vídeo exponiendo qué decía su coordinadora: “Aquí no regañamos, reflexionamos”.
Un día después, el 21 de octubre, la joven recibe un burofax enviado por parte de un despacho de abogados de Madrid donde le requieren que “cese en el comportamiento y se abstenga, por tanto, en lo sucesivo de seguir alentando las mendaces imputaciones que dirige” hacia los encargados de ese Mercadona. Previamente, le han acusado en el escrito de verter “calumnias e injurias” y que “comoquiera que es costumbre de este despacho de tratar de mediar con carácter precio a la interposición de acciones penales contra usted”.
A esto, Paula de forma contundente a través de sus abogados, ha expuesto que “Impresiona además que se acuse a una extrabajadora , porque ‘a sensu contrario’ parece ser que algún trabajador de la tienda de Medina de Pomar de vuestro cliente ha ido vertiendo afirmaciones en el sentido que a mi cliente se la despidió por hurto, lo cual es absolutamente incierto y de probarse la autoría sería evidentemente un ilícito penal y desde luego en una localidad pequeña como la citada dichos comentarios, cuya autoría se está delimitando han supuesto perjuicios económicos para mi cliente en cuanto al cese de ofertas de trabajo”.
Además, algo que la joven ha considerado muy grave y que ha expuesto en la respuesta es que “entendemos que se ha producido una filtración indebida de datos de carácter personal de Doña Paula, al ceder los datos a terceras personas, para envío de este burofax y entendiendo que existe buena fe por tu parte y por el despacho que diriges , y qué sois ajenos a la misma, te agradecería por favor me indicaras la persona de contacto en la organización de Mercadona para poder contrastar estos datos, con carácter previo a acudir en su caso a la Agencia Española de Protección de Datos”.
Falta de compromiso avisando con cuatro meses de antelación
Uno de los hechos donde ha hecho hincapié la propia Paula fue la falta de la palabra en algunos casos, donde incluso cerrando días antes de estar contratada, no se llegaban a formalizar, olvidándose de lo personal y de las necesidades que un ser humano puede llegar a tener.
En los días previos a la contracción, ella avisó de que tenía un compromiso para septiembre, incidiendo en ello durante los meses posteriores, y en palabras de ellas, haciendo caso omiso los del Mercadona de Medina de Pomar cuando llegaba la jornada.
En palabras de Paula: “A mediados de agosto, nos llama para darnos el horario y veo que trabajo el 9 de septiembre, a la 13:00 horas, y le digo que debe haber algún error que yo el 20 de mayo avisé que ese día no podía. Me dijo que yo tenía una necesidad el domingo pero que el lunes no tenía ninguna y debía ir a trabajar”. A todo esto “le dije que no podía venir desde madrid sin apenas haber dormido y estar casi nueve horas aquí. Me dice que todos hemos venido alguna vez de empalmada a trabajar y le digo que no sé qué hará ella pero que yo no llego de empalmada a trabajar y que no tengo esa necesidad”.
Y es que lo que más llamó la atención fue que la responsable de contratación y la encargada parecían no haber hablado, alegando que “no sé lo que hablarías con la responsable de contratación, pero que ella no tenía nada que ver ya que la que mandaba ahí era ella y nosotros dependemos de ella. Decidí faltar al compromiso de ese domingo a pesar de que avisé cuatro meses antes”, según explica Paula Leivar.
Otra de las quejas que ha transmitido Paula ha sido la de la falta de días libres o una gestión más adecuada para el personal, sobre todo cuando se habla de salud y sanidad. La joven tenía una cita médica en Burgos, a más de una hora de Medina de Pomar: “El día del médico 31 de agosto, yo tenía médico a las 10:00 horas y le pedí si podía ponerme el día libre ese día. Me dijo que no, que me daba tiempo a llegar. Pero lo más curioso de todo es que esa semana entré toda la semana a las 14:00 horas y a las 14:30, y justo ese día me pusieron a las 13:00 horas”.
Debido a retrasos en la lista de espera, Paula llegó más tarde de lo habitual, a las 14:30 horas, y lo que más le sorprendió fue “su pésima gestión, todos los días entraba 14:30 menos el día del médico, eso está fatal y encima es algo muy malo para la empresa porque es una hora de máximo tránsito en la tienda”.
Paula Leivar ha vivido momentos muy complicados en lo que respecta a esta situación, y al principio no estuvieron muy proclives sus familiares a los videos ya que “somos una familia muy discreta". Por parte de la joven, finaliza con un mensaje donde alza la voz: “Agradezco a todas las personas que estoy conociendo y que estoy pudiendo ayudar, porque siempre he sido muy abogada de los pobres”. Paula Leivar, a través de Tik Tok, ha querido hablar sobre lo que ha vivido, como se ha sentido y, sobre todo, que no quede en el olvido. Todo esto, han sido las palabras que la propia chica ha estado explicado tanto para SALAMANCA24HORAS como en sus vídeos.