Si emprender nunca ha resultado fácil, las dificultades se multiplican para los jóvenes que lo quieren hacer en el medio rural. La semana pasada, el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, anunció un ambicioso plan de incorporación de 3.500 jóvenes agricultores y ganaderos al medio rural durante esta legislatura, con una dotación de 300 millones de euros. Dirigido a los jóvenes, el plan también apoya a personas de 40 a 55 años que se incorporen al campo cuando en el proyecto participe un joven agricultor, con ayudas de hasta 20.000 euros.
Este anuncio ha sido recibido con mucha cautela y cierta incredulidad por los jóvenes que quieren incorporarse al sector agrario pero no pueden, por la falta de ayudas, ayudas insuficientes o por las numerosas trabas y requisitos burocráticos a los que tienen que hacer frente para dar los primeros pasos, los más difíciles.
Uno de los ejemplos es el joven emprendedor de 33 años David Pedraz, de Forfoleda. Hijo de agricultor ya jubilado, ha realizado una clara apuesta por emprender en un pequeño pueblo de 200 habitantes "con cero ayudas de las administraciones” a la hora de arrancar con un proyecto pequeño, una explotación de caracoles.
Un apoyo de la administración con el que sí ha contado para un negocio posterior, de mayor envergadura, una granja dedicada de gallinas camperas que comenzará a producir en pocos meses.
Pedraz, socio de UPA, explica que no pudo acceder a las ayudas de la Consejería de Agricultura para la granja de caracoles por tratarse de un pequeño negocio, “me pedían comenzar con 3.500 metros cuadrados mínimo”, cuando él no llegaba a los 1.000 en su explotación de moluscos.
Junto a su pareja, Amelia García, apostó por un futuro en el que, además de su explotación de 20 hectáreas de cereales, incluía inicialmente la puesta en marcha de una granja de gallinas camperas, que no pudo ser, por lo que optó por una novedosa granja de caracoles.
“Nuestra idea inicial era poner en marcha una granja de gallinas camperas, pero me resultó imposible por la inversión elevada que necesitaba”, apostando por la granja de caracoles, la primera en esta zona de la comarca de La Armuña.
Con más de tres años aprendiendo el manejo y la producción de los moluscos, David Pedraz se dedica a la producción de caracoles en Forfoleda, en unos terrenos de su familia de unos 980 metros cuadrados, repartidos en dos invernaderos, que facilitaron el arranque de este negocio. Acondicionar el terreno, comprar la estructura, el mobiliario, la siembra del trébol, el pienso y los caracoles alevines -un kilo cuesta unos 400 euros- supone una inversión mínima inicial de unos 12.000 euros.
“El primer año de producción me fue mal, de dos kilos de caracoles alevín saqué siete; después fue mejorando con el caracol garbancero”. Este joven agricultor explica que la idea de montar una granja de caracoles, en un pueblo dedicado a la agricultura, sorprendió incluso a su familia pero, arriesgando, asegura que no se ha arrepentido de la decisión que tomó.
“Quiero que la granja salga adelante, que mi hijo sea feliz aquí, que la gente se anime a vivir en los pueblos”, remarca este agricultor y concejal en el Ayuntamiento de Forfoleda. Engordando dos variedades diferentes en cada invernadero de la explotación -Aspersa máxima, de 16 a 22 gramos y Aspersa Müller, de 8 a 11 gramos- es durante los meses de verano cuando se intensifica el trabajo de David Pedraz en la granja, ubicada a las afueras de esta localidad armuñesa.
El trabajo diario que realiza consiste en mantener a punto el trébol para conseguir la humedad necesaria en el vivero y, a la vez, alimento para los alevines; retirar los excrementos y el pienso y recoger los caracoles que van engordando por zonas diferenciadas. A finales de abril el caracol se activa y es en los meses de calor cuando engorda, dedicando unas tres horas a recoger uno a uno los caracoles que se encuentran en las bandejas o soportes por los que trepan, con jornadas en las que David Pedraz recoge cinco,10, 12 o hasta 18 kilos.
Una vez recogidos comienza otro proceso, tan importante como el día a día en la granja, para secarlos y purgarlos. De ahí, a venderlos vivos o embotados, con precios que rondan entre los 7,50 euros el kilo del fresco y los 6,50 euros del bote de 400 gramos.
En el caso de la venta directa del caracol fresco, David Pedraz la realiza por encargo y reparte a domicilio si se trata de Salamanca.
Para la venta envasada, los caracoles los tiene que llevar hasta Palencia, donde acude con un mínimo de 300 kilos, por lo que, en ocasiones, son varios los productores que aportan sus caracoles para alcanzar esta cantidad necesaria para embotar. Es en la provincia palentina donde los escogen, los lavan, cuecen y embotan, quedando listos para ser cocinados y consumidos.
La explotación de caracoles ha sido el punto de arranque de este joven emprendedor al que ahora sigue otro proyecto, descartado hace varios años por la elevada inversión que suponía. Animado por cómo funciona la granja de moluscos, David Pedraz ya se ha embarcado en una granja de gallinas camperas para la que sí contará con las ayudas de la Junta a jóvenes agricultores y ganaderos.
"La burocracia es lo peor de emprender, agradezco la ayuda de los técnicos de UPA"
También en Forfoleda, ya está en marcha la construcción de dos de las cinco naves dedicadas a la producción de huevos -para puesta y dormir- y zonas al aire libre. Cada nave contará con 550 gallinas en cada una de ellas, que se irán completando de manera paulatina.
Las dos primeras naves, con el almacén y el equipamiento, estarán listas en septiembre, por lo que dependerá de los trámites administrativos la puesta en marcha de esta granja dedicada a producir huevos camperos. Y es que al esfuerzo económico que supone para los jóvenes arrancar con nuevos proyectos en pequeños pueblos se suma la burocracia que se exige.
En este sentido, David Pedraz resalta y destaca la ayuda que ha recibido de la organización agraria UPA y de sus técnicos a la hora de poner en marcha tanto la granja de caracoles como la de gallinas camperas. “Me han apoyado mucho con todos los trámites necesarios para comenzar, la burocracia es lo peor, a veces ponen pegas y trabas por cosas insignificantes”, explica este joven agricultor de Forfoleda que, a pesar de las dificultades y del riesgo que conlleva, apuesta por emprender en su pueblo.
Fotos: SA24HORAS
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