"La sociedad vio a los agricultores desde las aceras, subidos a los tractores, luchando por un campo más justo. Después los vio desde las ventanas, siempre subidos a los tractores, ahora procurando el alimento que hizo posible que los españoles soportaran el confinamiento. 2020 ha sido el año de muchas cosas malas y alguna buena, entre ellas, el campo". Así resume la organización agraria COAG este 2020 marcado por la pandemia del COVID y por la relevancia del sector agroganadero a la hora de garantizar el suministro de alimentos a la sociedad.
Los agricultores y ganaderos comenzaron el año subidos a los tractores, como siempre, pero ahora sobre el asfalto, con cerca de 20.000 agricultores con 4.000 tractores que desbordaron las calles de todas las capitales de Castilla y León, con unos 300 tractores y miles de profesionales por las calles de Salamanca.
"Nació el espíritu el espíritu de las tractoradas: el caso es que la sociedad conoció los problemas del campo y reconoció la ingente labor de los campesinos a la hora de alimentarla. Caían los precios de los productos, subían los de la producción, se desregularizaban los mercados. Y por primera vez en la historia, se generó un sentimiento de solidaridad hacia esos problemas".
LA OPA señala que todo se fue a negro cuando hubo que cerrar el país. "La mayoría de los sectores productivos tuvieron que parar y la sociedad, casi en pleno, se tuvo que quedar en casa para frenar la propagación del coronavirus. Alguien tenía que alimentarla y una vez más fue el sector agrario quien asumió el cometido. Los agricultores y ganaderos continuaron desarrollando una labor que además se complicó por el cierre de los canales comerciales que eran presenciales antes de la pandemia, como el Horeca, (hoteles, restaurantes y cafeterías) que hicieron más ardua su labor".
"El reconocimiento al sector agrario se quedó en las declaraciones pero no traspasó el muro de avaricia de los intermediarios, las industrias y la distribución, que siguen haciendo valer su posición de dominio para imponer a los productores agrarios precios de miseria, pasándose por el arco de triunfo la ley de la cadena agroalimentaria. Tampoco traspasó el muro de la UE, que necesitó fórceps para parir un presupuesto que ¡oh, sorpresa! trae nuevos recortes para el campo. El sector agrario está obligado a asumir las estrategias europeas y adaptar sus producciones a altísimos niveles de calidad y respeto medioambiental, lo que supondrá mayores costes para agricultores y ganaderos. Para hacer esta transformación sin dejar a nadie atrás necesitaríamos reforzar el presupuesto de la PAC. Pero tenemos justo lo contrario".
A pesar de todos los obstáculos, prosigue COAG, la renta agraria sube un 3,6 por ciento en términos reales, un 4,3 por ciento en términos corrientes y un 12,5 por ciento en términos reales por UTA. La subida se debe al incremento del valor de la producción (por aumento del volumen) que absorbe el incremento de los consumos intermedios, pero también a la pérdida de activos. No obstante, conviene no perder de vista que en los últimos años la renta de los agricultores y ganaderos ha caído considerablemente: un 12,2 por ciento si tomamos como referencia el año 2003.
Este 2020, añade, "constata también una pérdida de activos agrarios en el campo de Castilla y León del 14,6 por ciento desde 2009. Cada año 600 explotaciones echan el cierre, casi 2 diarias. Ello a pesar de que un millar de jóvenes campesinos se ha incorporado a la agricultura y a la ganadería en la última convocatoria. Y esta sangría no se ataca desde los presupuestos. A pesar de que la Consejería de Agricultura incrementa su presupuesto en un 10,12% (sin contar la PAC), sigue acumulando una caída del 22,51 % desde 2009. El presupuesto debería crecer inversamente proporcional a la pérdida de profesionales del sector, un 27,5 % desde 2005, para frenar y revertir la caída de activos, pero las tendencias son paralelas, y tanto el número de profesionales como el peso del presupuesto agrario en el global de la Junta acumulan caídas cercanas a un treinta por ciento en dicho periodo".
Asimismo, COAG sigue con enorme preocupación el avance de la “uberización” del campo. Un estudio elaborado por nuestra organización sobre la base de los últimos datos oficiales concluye que menos del 7% de las grandes empresas agrarias obtienen ya el 42% del valor de toda la producción que se genera en el campo español. Clara muestra de ello es el proyecto de la mega vaquería prevista en Noviercas. Nuestra organización ha exigido que se limite por normativa la dimensión de las explotaciones como ya se hace en otros países europeos, como es el caso de Francia, donde no puede haber más de 500 vacas de leche en una misma granja.
La producción histórica de cereales durante la presente campaña: 8,5 millones de toneladas, un 45% más que la media de los últimos 5 años y la segunda mayor producción en los últimos 35 años, "se vio empañada por los bajos precios registrados durante la recolección debida a la feroz especulación de los intermediarios. Curiosamente, han sido los precios del mercado internacional los que han tirado de los precios de los cereales al alza".
El plan de recuperación implementado por las administraciones para superar el crash de la pandemia, contó con 42 iniciativas propuestas por COAG Castilla y León y enviadas al Ejecutivo regional para su inclusión en la programación. El plan cuenta con 140.000 millones de euros de financiación europea para España pero sólo corresponden 956 M€ a agricultura.
En su haber, COAG considera que 2020 puede apuntarse la aprobación del Real Decreto que facilita la venta directa de alimentos, que beneficiará a cerca de 12.500 pequeños campesinos en la Comunidad. "Esta OPA lleva más de 20 años luchando por la adaptación de la normativa para los alimentos producidos y transformados en granja y vendidos a través de canales cortos de comercialización. La venta directa supone una valiosa herramienta para el sostenimiento económico, social y medioambiental de la producción local y el medio rural.
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