El nuevo censo del lobo elaborado por la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio contabiliza, como mínimo, 193 manadas en la Comunidad (la cuarta parte población flotante), lo que supone un ocho por ciento más que el anterior registro de 2012-2013, cuando se cifraron 179. De este número, 158 están al norte del Duero, con un cuatro por ciento más, aunque al sur del río el número se disparó un 30 por ciento, hasta las 35. Además, se han recabado evidencias de reproducción para el 87 por ciento de las manadas, por la presencia de cachorros, 15 puntos más que hace un decenio.
Estos datos fueron ofrecidos este martes por el consejero del ramo, Juan Carlos Suárez-Quiñones, el director general de Patrimonio Natural y Política Forestal, José Ángel Arranz, y el jefe de Servicio Central de Espacios Naturales, Flora y Fauna, David Cubero. Suárez-Quiñones apuntó que el nuevo censo 2022-2023 recoge que el cánido se ha expandido hacia zonas de Ávila, Segovia y Madrid, por la Sierra de Guadarrama, y hacia La Rioja a través del Sistema Ibérico. Esto representa un estado de conservación de la especie “magnífico, pero un reto en la gestión” al compartir más territorio con la ganadería extensiva.
El censo conllevará, añadió, “numerosas noticias posteriores”, pues Castilla y León alberga al 59 por ciento de los lobos de España, un punto menos que hace un decenio, con lo que se mantiene de forma similar. A juicio del consejero, esa ligera disminución responde al incremento del territorio lobero en comunidades vecinas y la generación en ellas de nuevas manadas.
Aunque la metodología para la elaboración de este tipo de estudios se basa únicamente en observación e indicios de la existencia de manadas, el consejero sostuvo que cada una de ellas puede contar con entre tres y cuatro ejemplares antes del verano, cuando coincide la época de reproducción, y con siete y ocho tras la época estival, lo que alcanzaría una estimación de entre 1.000 y 1.700 lobos en la Comunidad, cuando solo Francia “tiene en torno a un millar”.
Otro de los datos relevantes del censo es que casi cuatro de cada diez manadas (el 38,3 por ciento) se encuentran en León, provincia que, junto a la Montaña Palentina y el norte de Zamora, “están saturadas y ecológicamente no cabe una manada más”.
El consejero defendió que se trata de un “trabajo técnico, no político”: “Yo no he ido a contar lobos. Desde ese punto de vista no es discutible. Está hecho con seriedad y rigor”, manifestó Suárez-Quiñones, quien eludió hacer una valoración política de los datos, si bien anunció que a partir de ahora se convocará a todas las autonomías del cuadrante noroeste de España, que ya han presentado sus censos, para coordinar las acciones, y que evidencian un aumento que el consejero pronosticó en torno a un diez por ciento en relación al último dato, que fue de 297 manadas en 2012-2013.
Aunque el objetivo es “nutrir” el censo decenal nacional, el consejero declaró que, “por obligación de la Comisión Europea al Gobierno, también alimenta el informe sexenal del estado poblacional de las especies de la Directiva Hábitat”. El Ejecutivo central, recordó, mencionó en el anterior censo que el “estado del lobo era desfavorable”, algo con lo que la Junta siempre ha estado en desacuerdo. “Esperamos que el nuevo informe refleje la realidad contraria a la no realidad que puso de manifiesto el Gobierno a Europa en el informe sexenal anterior”, apuntó.
Las acciones tendrán el denominador común de justificar, con estos datos, la retirada de la especie del Lespre, “porque no tiene ningún sentido desde el punto de vista de conservación”. “Las comunidades nos pondremos de acuerdo para otros modos de gestión, que no tiene por qué ser vía caza. La gestión no se hacía mal por las autonomías y no hubo ningún motivo para retirarla por parte del Gobierno”, sostuvo Suárez-Quiñones, quien confió en que esa convocatoria, que podría ser presencial o telemática con sus homólogos de Galicia, Asturias y Cantabria, tendrá resultados “en un plazo máximo de 15 días”.
Una “misma población”
El consejero insistió en que en Castilla y León “no hay dos poblaciones diferenciadas” al norte y sur del Duero, como considera la Comisión Europea, y apeló a “aprovechar el movimiento actual” en Bruselas para “convencer de que esa diferencia no tiene base científica y es una sola población”.
Esto ha quedado demostrado, manifestó, tras un “trabajo intenso de varios años para elaborar el censo decenal”, logrado con una metodología “técnica común a todas las comunidades y que se basa en la estrategia nacional de conservación del lobo”, sustituida, criticó, por el nuevo modelo impuesto por el Gobierno y que “no fue apoyado por las comunidades loberas”.
Suárez-Quiñones ensalzó el “esfuerzo” de quienes han contribuido a la elaboración del censo: agentes medioambientales, celadores, técnicos, capataces, ingenieros de montes, biólogos, veterinarios, etc. un “conjunto de profesionales de alta cualificación” que han coordinado un trabajo con las autonomías vecinas para no duplicar datos. “Hemos sido prudentes, precisos y técnicos. Es el número mínimo. No hay menos de 193, pero puede haber más, pero se han dejado fuera porque los indicios no eran suficientes o por ejemplares solitarios”, destacó.
Comunidad “saturada”
José Ángel Arranz precisó que desde el punto de vista “estricto” de la conservación de la especie el dato es “magnífico”, si bien matizó que en la compatibilidad con la ganadería, la expectativa es “distinta y diferente”. A su juicio, al norte del Duero es “imposible que crezca mucho más por la saturación”, por la idiosincrasia ecológica de la especie, sobre todo la alimentación, dado que en áreas de la Montaña Palentina incluso conviven más de un manada.
En todo caso, señaló que son datos “muy exigentes para la Administración porque estas poblaciones llegan a zonas nuevas, similares a las del sur del Duero en otros censos, que no están habituadas a la presencia del lobo y donde pueden entrar en conflicto con la ganadería”.
Entre las conclusiones que mencionó Arranz se encuentran la estabilidad de la población en los núcleos con mayor densidad de manadas de la Cordillera Cantábrica en León, Montaña Palentina y sierras de Sanabria; la recuperación en el sur del Duero del núcleo de Tierra de Pinares (Valladolid-Segovia); el incremento de densidad de manadas en Guadarrrama y sus alrededores; expansión hacia el Sistema Ibérico, con al menos cuatro manadas en las sierras de la Demanda y Urbión; y pérdida de varias manadas históricas en la superficie afectada por los incendios de 2022 en la Sierra de la Culebra y estribaciones, si bien se están recuperando. Precisamente, Zamora es la única provincia en la que el censo se retrasó un año por los fuegos de 2022.
El 40% en León y la “sorpresa” de Valladolid
Arranz destacó que León cuenta con el 38,3 por ciento de las manadas de la Comunidad. Es área de campeo de 74 manadas, de las que 66 tienen el centro de actividad en la provincia. Además, cuenta con cinco manadas compartidas con Galicia, una con Galicia-Asturias y ocho con Asturias. Ha experimentado un notable incremento, pues tenía 54 manadas hace dos décadas y 62 en el anterior censo. Zamora es la otra provincia con gran peso lobero, con 46 manadas, de las que 38 tienen el centro de actividad en este territorio, principalmente al norte del Duero. Alberga al 23,8 por ciento y dispone de dos manadas compartidas con Galicia y seis limítrofes con Portugal. Al contrario que León, sin embargo, la presencia ha pasado de 49 a 46 manadas, como consecuencia de los incendios de 2022, aunque ya se percibe una recuperación porque el “nivel de ungulados que acogerá será superior que en la época previa”.
En Palencia, citó Arranz, existe saturación en el norte, con áreas donde incluso conviven varias manadas. En total son 35, de las que 28 tienen el centro de actividad en territorio palentino, es decir, el 18,1 por ciento del global. Hay tres manadas compartidas con Cantabria.
Del resto, tanto el director general como el consejero consideraron “una sorpresa” el caso de Valladolid, una provincia “llana, con poca montaña y muchas zonas urbanas”. Acoge al 11,4 por ciento de los lobos, con 22 manadas, 17 de ellas con centro de actividad, pero tiene casi una cuarta parte del censo al sur del Duero, a pesar de suponer solo la mitad de la provincia. Su evolución ha crecido en cuatro manadas en los últimos diez años, aunque muchas de ellas eran “históricas”.
Burgos ha contabilizado 18 manadas, 12 con centro de actividad, con dos compartidas con Cantabria, una con Cantabria-País Vasco, otra con el País Vasco y dos con La Rioja. Arranz explicó que existe una zona en el centro de la provincia “donde ha costado ubicar manadas tradicionales, que pueden estar, pero en este censo no se han detectado”.
En Salamanca, las densidades de lobos “siempre son menores”, pues las dehesas “no son hábitat idóneo para el lobo”. Ahora solo hay tres manadas, la mitad que en 2012-2013.
También en Soria, con presencia menor, con seis manadas de área de campeo y cuatro con centro de actividad. Dos las comparte con La Rioja y una con Castilla-La Mancha. Lo más relevante en la provincia es el crecimiento en la Sierra Ibérica. Por último, Segovia ha experimentado un “crecimiento espectacular”, con 20 manadas, teniendo 13 el centro de actividad en la provincia, dos compartidas con Madrid y una con Castilla-La Mancha.
Avistamientos y evidencias científicas
El jefe de Servicio Central de Espacios Naturales, Flora y Fauna, David Cubero, fue el encargado de explicar la metodología utilizada para la elaboración del censo, realizado con la misma metodología que en 2012-2013. De forma general, dijo, la determinación de las manadas se desarrolla “basándose en la existencia de evidencias de reproducción”, como lobas lactantes, avistamiento o escucha de cachorros, entre otros, además de otra información determinante como la obtención de contactos grupales (lobos de las manadas campeando juntos) y la detección de marcaje territorial.
Las técnicas de campo estandarizadas para la confirmación de la existencia de manadas de lobos y para detectar su reproducción han sido el rastreo de itinerarios para buscar indicios y localizar el marcaje territorial, realización de estaciones de observación (esperas), estaciones de escucha (aullidos) y estaciones de fototrampeo. En total, se han analizado 20.800 kilómetros de red de itinerarios rastreados a pie; 2.900 itinerarios con una longitud media de 7,2 kilómetros; 2.007 estaciones de fototrampeo (puntos muestreados con una cámara-trampa); 290 estaciones de escucha, 152 de ellos mediante grabadoras automáticas; y 146 estaciones de observación.
De estas medidas se extraen dos tipos de resultados de detección: directos e indirectos. Entre los primeros, se han extraído 2.523 capturas fotográficas, de las que 414 corresponden a cachorros, 24 a hembras preñadas y 72 a lactantes. En total, 3.672 lobos fototrampeados (no todos diferentes). A ellos se suman 859 avistamientos (344 cachorros, cuatro hembras preñadas y 28 lactantes), además de 63 escuchas de aullidos.
De resultados indirectos, el personal realizó 3.678 fichas de excrementos; 1.085 de rastros de huellas (de los que 72 han sido sobre nieve); 172 de rascaduras; y 118 de restos de alimentación de presas silvestres.
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