El Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (Irnasa-CSIC) acogió la primera Jornada para Jóvenes Investigadores en Agrobiotecnología y Agrobiología, una iniciativa que ha servido para intercambiar experiencias y dar a conocer los variados estudios que se llevan a cabo tanto en los laboratorios del Instituto Hispanoluso de Investigaciones Agrarias (CIALE) como en el propio Irnasa.
Alumnos del programa de doctorado de Agrobiotecnología de la Universidad de Salamanca, de máster e investigadores de los dos centros se dieron cita en un encuentro que todo el protagonismo recayó en los jóvenes al darles la oportunidad de presentar sus resultados más relevantes en una serie de breves intervenciones. Las presentaciones orales les han servido de experiencia para cuando deban comunicar su trabajo en futuros foros académicos a lo largo de su carrera científica.
Además de saber en qué trabajan otros investigadores noveles, compartir inquietudes científicas y recibir orientación por parte de científicos con más experiencia, los asistentes tuvieron la oportunidad de conocer las instalaciones del Irnasa, con sus laboratorios y servicios científico-técnicos. Un total de 20 intervenciones han servido para repasar buena parte de la investigación que se desarrolla en Salamanca en el ámbito de la agricultura.
Algunos estudios se centran en combatir a patógenos de cultivos. Por ejemplo, Wilson Acosta mostró un estudio sobre Botrytis cinérea, un hongo que afecta a especies vegetales. En este caso, la realización de análisis genéticos ha permitido distinguir diferencias de agresividad en muestras recogidas en vid.
Otros hongos que han centrado varias charlas pertenecen al género Trichoderma, pero su protagonismo se debe a todo lo contrario: pueden resultar beneficiosos para las plantas. Así, Irene Carrero ha explicado que Trichoderma harzianum disminuye el desarrollo de la verticilosis, una importante enfermedad del olivo. Por su parte, Manuel Sánchez ha mostrado cómo este género de hongos aplicado en plantas de tomate contribuye a un uso eficiente del nitrógeno, un nutriente fundamental.
Bacterias
Sin duda, la relación que establecen los cultivos con su entorno resulta determinante para la agricultura, por eso investigar las bacterias con las que interactúan también es esencial, tal y como han mostrado varios trabajos. En uno de ellos, María Fradejas mostró cómo había empleado microorganismos para la consolidación de suelos, demostrando también que tienen un gran potencial como promotores del crecimiento vegetal.
En cuestión de bacterias relacionadas con la agricultura uno de los géneros más importantes es Rhizobium, ya que vive en simbiosis con algunas plantas, especialmente con las leguminosas, ayudando a fijar nitrógeno. Por eso, varias de las comunicaciones de la jornada abordaron esta cuestión desde perspectivas novedosas. Por ejemplo, Alejando Jiménez habló de la inoculación en raíces de espinaca. Sus ensayos, tanto in vitro como en invernadero parecen garantizar la seguridad de este procedimiento, que influye muy positivamente en el crecimiento de las plantas.
El interés por el uso de microorganismos para mejorar la producción en agricultura viene marcado sobre todo por la necesidad de reducir los productos que se emplean en el campo y contaminan el medio ambiente. Por eso, una de las líneas de investigación destacadas del Irnasa es el análisis de la diseminación de pesticidas. En este sentido, María José Carpio explicó una investigación de la Finca Experimental Muñovela en la que han empleado modelos matemáticos para analizar cómo se dispersan herbicidas que se aplican al trigo.
Satélites
Sin embargo, la innovación en agricultura no siempre está tan pegada al suelo. Buena muestra de ello fue la intervención de Ángel González, que trabaja con la información que proporcionan los satélites SMOS, de la Agencia Espacial Europea (ESA), y SMAP, de la NASA. Ambos miden la humedad del suelo, pero sólo dan información de la superficie, mientras que lo importante para los cultivos es la humedad de la zona de las raíces. Por eso, un proyecto de investigación ha comparado los datos de los satélites con los de una red de estaciones de medición que incluyen datos a mayor profundidad y ha elaborado un modelo por el cual los agricultores podrán conocer las necesidades reales de riego de sus tierras gracias a la información de los satélites.