Vicente Molina, experto en Neuropsiquiatría del Instituto de Neurociencias de Castilla y León (Incyl) y, en la actualidad, profesor de la Universidad de Valladolid, explicó en Salamanca que los científicos tratan de clasificar a los enfermos de esquizofrenia de acuerdo con nuevos estudios para mejorar los diagnósticos y los tratamientos. Los especialistas consideran que la esquizofrenia no es una enfermedad, sino un conjunto de patologías que en realidad tienen orígenes y manifestaciones muy distintos, de manera que hacer una clasificación de los pacientes debe ser el primer paso para avanzar en este campo.
Existen “sustratos cerebrales que se van encontrando en pacientes con enfermedades que se caracterizan por la psicosis, es decir, por la pérdida de contacto con la realidad y una de las principales es la esquizofrenia, aunque probablemente no es una enfermedad, sino un conjunto de enfermedades”, ha explicado Vicente Molina a DiCYT (www.dicyt.com) momentos antes de iniciar su charla en el Incyl.
Según el experto, “hay ciertos mecanismos que parecen subyacer a la incapacidad que algunos de estos pacientes pueden tener para formar un adecuado contacto con la realidad”. En este sentido, existe un déficit en los mecanismos normales de inhibición cerebral para seleccionar adecuadamente los estímulos, los pensamientos y afectos adecuados y sobre todo, de integrarlos correctamente. “Los pensamientos estarían demasiado mezclados y acelerados y darían lugar a conclusiones aberrantes o poco relacionadas con la realidad”, señala.
Sin embargo, a pesar de estos apuntes generales, “falta por conocer casi todo, para empezar si la esquizofrenia existe como enfermedad o simplemente es un constructo que hemos hecho los psiquiatras para clasificar a algunos enfermos”. En su opinión, “es muy posible que la esquizofrenia como tal no exista en la naturaleza, sino que existen muchos pacientes con muchos problemas diferentes”.
Desde el punto de vista científico, no hay un sustrato común para todos los pacientes llamados esquizofrénicos “probablemente porque nuestros criterios permiten una variación excesiva dentro de este diagnóstico”, indica el investigador, que hasta hace poco trabajaba en el Hospital Universitario de Salamanca y en la actualidad se ha trasladado a Valladolid.
Investigaciones
Precisamente, la línea de investigación de Vicente Molina trata de perfilar un poco mejor el conocimiento de lo que le pasa a los pacientes para contribuir a mejorar su clasificación. Su objetivo es “crear grupos con un sustrato común entre sí dentro de lo que llamamos esquizofrenia”. A partir de esa nueva clasificación se podrían encontrar diagnósticos y terapéuticos más específicos y adecuados para cada caso.
Estos estudios buscan integrar distintos abordajes que permitan conocer mejor lo que está alterado en el cerebro de los pacientes en vivo, el análisis genético de las variaciones que los pacientes con esquizofrenia presentan y las técnicas de neuroimagen que permiten conocer más sobre alteraciones en las señales cerebrales.
Por ejemplo, “tratamos de integrar imágenes de resonancia funcional con imágenes de electroencefalografía”, ya que unas tienen mayor resolución espacial y las otras, mayor resolución temporal. Esto, junto con el estudio clínico de síntomas y alteraciones neuropsicológicas puede permitir avanzar.
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