Entre la calle Varillas y la plaza de San Julián se encuentra una vía que anteriormente, como muchas otras, se denominó Nueva. Hasta que hace menos de un siglo comenzara a recordar a quien naciera en la localidad vallisoletana de Alaejos y pronto quedara huérfana. Pero recibió una importante herencia, por lo que la niña se convirtió en una guapa y rica joven a la que se empezó a conocer como ‘la pollita de oro’, dada su condición de soltería, su altanería y sobre todo su extenso patrimonio.
Todo lo que tenía de soberbia, Gonzala Santana lo derrochaba en generosidad. Así, creó unas becas de estudio para niños de familias humildes, a quienes desde entonces se conocería como los ‘gonzaleros’. A lo largo de su vida también fue mecenas cultural y monumental, en un tiempo en que el patrimonio histórico se apolillaba y derrumbaba con el paso de los años.
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