El premiado proyecto para desarrollar la empatía en el cuidado de pacientes terminales en el que colabora la UPSA: "Hay que dar una respuesta adecuada como profesionales"

Beatriz Palacios, vicedecana de Psicología, ha trabajado junto a un equipo de ocho profesionales en el fomento de competencias socioemocionales mediante metodologías activas

 Cuidados Paliativos. Foto de archivo
Cuidados Paliativos. Foto de archivo

La empatía y las habilidades comunicativas son de vital importancia para ponerse en la situación de un paciente terminal y de su familia. Más aún si se ejerce una profesión sanitaria y se tiene que comunicar la mala noticia a una persona que, por mera supervivencia, va a intentar aferrarse a cualquier esperanza, solución o segundo diagnóstico. "Es algo complicado y, como profesionales, hay que dar una respuesta adecuada", mantiene Beatriz Palacios, profesora de Psicología en la Universidad Pontificia de Salamanca.

La investigadora, junto a un equipo de ocho profesionales de la sanidad (Rebeca Abajas, Mar Aparicio, Rosario Fernández, Carmen Ortego) y la educación (Teresa Gallego, Elena Briones, María Ángeles Melero y Raquel Palomera) ha desarrollado un trabajo que ha sido premiado recientemente por la Universidad de Cantabria: 'Fomento de competencias socioemocionales mediante metodologías activas. Un proyecto interdisciplinar en continua evolución'. "Para el grupo ha sido una buena noticia porque no nos lo esperábamos. Se presentan muchos", reconoce. 

Beatriz Palacios
Beatriz Palacios

El trabajo surgió hace cuatro años y ha pasado por distintas fases. "Empezamos por un proyecto pequeño centrado en Enfermería y en una de sus asignaturas, psicología social, en la que se tratan conceptos como el final de la vida". El grupo de investigación se focalizó en esa línea y empezó a incorporar ámbitos como la educación a través de la facultad de Magisterio, donde son igual de necesarias la empatía o las habilidades comunicativas.

En línea con lo anterior, se diseñó un programa de intervención con distintas sesiones y se realizaron distintos tipos de evaluación. "Se ha creado un cuestionario. Luego se han hecho grupos de discusión para la parte más cualitativa, de valoración por parte de los estudiantes de lo que les había parecido abordar esas habilidades con nuevas metodologías". Estas, según los resultados, facilitan más la adquisición de competencias que las tradicionales y comprenden, por ejemplo, un aula invertida. "No es que el profesor llegue y dé su clase, sino que es el alumno, a través de materiales, el que expone los contenidos. El educador los va ajustando, añadiendo o completando".

Otras dos actividades estudiadas fueron un 'Death Cafe' y la biblioteca de cuentos sobre la muerte. La primera constituye un grupo organizado de discusión en el que cada alumno expresa lo que siente en relación al final de la vida. "Es un tema que no se habla. Es tabú. La existencia tiene que ser feliz y no puede haber ese tipo de situaciones. Había gente que no la había experimentado de cerca y otra que sí". La segunda, en cambio, está más enfocada a hablar con niños pequeños a través de historias, por lo que los participantes del proyecto hicieron una biblioteca de títulos.   

Todas las metodologías estudiadas en el proyecto están centradas en el alumno y "dejan salir muchas emociones que son parte de tu aprendizaje. Esa posibilidad de expresar lo que tu sientes te ayuda a adquirir empatía y habilidades comunicativas. No es lo mismo que si te lo explica un profesor con una clase magistral a que te veas en una situación en la que tienes que poner en juego todo lo que sabes. Por ello, los resultados en la evaluación han sido muy buenos tanto en Enfermería como en Magisterio", afirma la profesora de Psicología en la Universidad Pontificia de Salamanca, que se ha encargado de analizar todos los datos del trabajo y dar una retroalimentación acerca de su viabilidad. 

Prescindir de una coraza en el ámbito sanitario

Los sanitarios están expuestos constantemente al dolor o a la amenaza de muerte. Esto hace que algunos construyan una especie de coraza para evitar la llamada fatiga compasiva y, como consecuencia, les aleja emocionalmente de sus pacientes. "Quizás es intentar deshumanizar a la otra persona para poder dar noticias negativas. Yo apostaría por la humanización. Empatizar no quiere decir que tú te conviertas en el enfermo o que estés rumiando todo el rato lo que le pasa. No se lleva hasta ese extremo", sostiene Beatriz Palacios. 

Lo que pretende el proyecto premiado por la Universidad de Cantabria es, precisamente, enseñar a los profesionales "cómo se siente el otro". "Al final, tienes un turno de ocho horas y pasas varias veces por delante de ese paciente o de su familia, que te va a preguntar cada vez que te vea. Y quién no se acuerda de detalles como que un enfermero o un médico se interese por tu hijo y por si ha aprobado la selectividad". 

¿Aplicación en la UPSA?

En el programa formativo han participado casi 900 estudiantes del grado de Enfermería (469) y de los grados de Magisterio en Educación Infantil, en Educación Primaria y en el Doble Grado en Educación Infantil y Educación Primaria (428) de la Universidad de Cantabria. Pese a lo positivo de la experiencia, tal y como lo arrojan los resultados del trabajo, no se contempla por el momento su aplicación en la UPSA.

"Son proyectos muy adaptados y se tendría que amoldar a la idiosincrasia de la facultad de Enfermería de la Universidad Pontificia de Salamanca, porque lo primero que se hace es ver las características de lo que hay y qué se puede hacer o no. También influye las posibilidades reales de colaboración del profesorado y las de adaptación a nuestras materias y contenidos", afirma Beatriz Palacios, a la que le gustaría que el trabajo premiado tuviera aplicación en el campus charro: "Si en algún momento se tiene interés... Yo haré las gestiones que hagan falta sin ningún problema. Me parece una iniciativa muy interesante y de utilidad ", concluye. 

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